24 julio 2012

Desde los tiempos del Ramiro a hoy mismo, por Manolo Rincón


Parecía que en el verano nada sucedía entonces. En los tiempos del Ramiro, julio y agosto eran meses en los cuales, los escasos políticos que había (cifran los historiadores en unos diez mil su número), se marchaban de vacaciones, y todo seguía su inercia. El dólar valía 60 pesetas, el pan no subía (aunque la carne fuese prohibitiva para muchos), y el tabaco y el vino eran muy baratos. No había noticias de nada, y casi esto era lo mejor. Tan solo que Franco hacía un consejo de ministros en San Sebastián, españolísima ciudad por aquellas fechas. Por no haber ni incendios forestales.


Bien distinto es este verano, caliente en todos los sentidos. La mal llamada crisis, por los políticos que la negaron pertinazmente, es realmente una dramática depresión, que afecta ya a casi todas las capas de nuestra población. Nos enteramos (aunque oficiosamente ya lo suponíamos), del exagerado número de políticos que tenemos (unos 450 mil), frente a los cien mil de Alemania. Vemos asombrados que mientras el peso de los ajustes se aplica de manera radical a toda la población, los políticos no sufren en sus carnes el problema que en gran parte han provocado ellos mismos. Ya sabemos por su portavoz Andrea, que jamás ha hecho nada en el Congreso, su teoría “Que se jodan”. Es cierto, pero esta buena señora, no tiene en cuenta que la paciencia no es ilimitada, y que con 6 millones de parados, un buen día se puede montar una revuelta social y puede terminar en prisión, como se merecería.


Nos alarma el que otros responsables de la crisis, los banqueros, sigan tranquilamente repartiéndose millones, mientras dejan las instituciones en quiebra, para que los ciudadanos paguen su mala gestión.


Nos angustia a diario como va a ser la intervención Ya nos anuncian el fin de la enseñanza gratuita (que venía nada menos que de la dictadura), la quiebra de la seguridad social, y el próximo recorte de pensiones. Vemos que todo por lo que hemos luchado desde que salimos del Ramiro, va desapareciendo a pasos agigantados.


Ya quedan lejos los polos industriales, las fábricas, nuestra ganadería. Todo ha desaparecido. Y en los años 60 pocos incendios forestales había. Ahora arde España por los cuatro costados.


No queremos ni políticos, ni sindicatos, pero no se van a ir. Queremos un país cohesionado, no 17 reinos de taifas. Los cimientos se están removiendo, y es hora de ponerlos bien. Y empiecen por suprimir puestos políticos, un Senado que devora millones sin producir nada, unas diputaciones cargadas de enchufados y unas subvenciones millonarias a sindicatos y partidos políticos. Esto debiera ser prioritario a quitar a los ancianos sus prestaciones o a los funcionarios sus pagas, ya que hacen falta reformas estructurales no parches que poco solucionan y mucho daño hacen.


Queremos que los corruptos, aunque sean nobles o políticos, paguen sus penas, después de ser juzgados y no que se les promocione con sueldos de ciencia ficción. Queremos que terroristas y maleantes no salgan libres tan tranquilos, para alarma de toda la sociedad. Y queremos saber que pasa, como nos va a afectar todo lo que está ocurriendo, si vamos a seguir usando el euro, o si al final se consumará la estafa mayúscula a la sociedad, que es un corralito devaluado, y es lo que nos darán como premio a nuestros sufrimientos.


Y si esto nos lo niegan de forma continuada los políticos de uno y otro signo, puede que un día lo paguen muy caro, cuando la población no los aguante más y decida quitárselos de encima de una vez por todas.

3 comentarios:

  1. Como comentario, la verdad es que coincido contigo, pero más en el fondo más que en la forma o en el espíritu más que en la letra.
    Echando la vista atrás, sí que tenemos una sensación similar a la que transcribes, que es la de que entonces “no pasaba nada, ni siquiera incendios”.- Creo que es subjetivo, porque los medios de comunicación de entonces no eran los masificados de hoy y encima por aquellos años las pocas noticias que había estaban censuradas. Y vivíamos más felices, quién sabe si porque no había casi políticos…

    En cuanto a la situación de hoy, estoy contigo con que hay que “adelgazar”, pero la visceralidad es peligrosa; hacer de Atila o Genghis Khan tampoco suele traer buenos resultados, aunque parezca que son muy efectivos en primera instancia.
    Por mi parte insisto que hay que mejorar la gestión, única manera eficaz de salir de ésta, y mejorar nuestro tufillo hacia el exterior. No vale con cepillarse lo que hay, y más si lo que hay detrás tampoco ofrece muchas garantías. Habrá que sacar lo mejor con lo que tenemos y para eso hay que mostrar que somos eficaces y creíbles, cosa cada vez más difícil.

    Tienes un articulito en mi blog (“A la cola”) que acabo de preparar movido por el tuyo.

    Que no nos falte el ánimo, aunque con este verano tan caliente no es fácil…

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  2. En el verano de 1974 pasé unos días en La Coruña (hoy A Coruña). Ya Franco no iba al Palacio de Ayete, por si la ETA, iba directamente al pazo de Meirás. Los joyeros de A Coruña escondían sus mejores piezas por si recibían la visita de Dª Carmen. Al anochecer se divisaban múltiples incendios que nuestra mejor televisión TVE, ignoraba. El caso es que a través de los medios nacionales, se ignoraba casi todo. Se acudía a la BBC, radio París, ruedo Ibérico...

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