28 julio 2013

SEMBLANZA DE D. LUIS ORTIZ MUÑOZ




...por Kurt Schleicher    

INTRODUCCIÓN

  Creo que todos sabemos quién fue D. Luis Ortiz, nuestro profesor de griego, hasta que sus problemas de voz tras una operación de extirpación de cáncer de garganta en 1958 le dejó muy limitada su comunicación oral y tuvo que pensar en delegar esta actividad tan querida por él. Esto no fue óbice para que continuase impertérrito con su otra bien conocida labor por todos nosotros de DIRECTOR DEL INSTITUTO RAMIRO DE MAEZTU, totalizando nada más y nada menos que 35 AÑOS EN ESTE CARGO, DESDE 1940 HASTA 1975, año en el que se jubiló, falleciendo tres meses después. Es decir, que -dedicó prácticamente toda su vida profesional a esta labor con un cariño inmenso, la dedicó a “su” Ramiro, como si fuese un hijo más. Todos somos conscientes también de la fama que siempre acompañó al Ramiro de ser un instituto modélico, prueba de lo cual es que nos sentimos muy orgullosos de haber pertenecido al Ramiro de Maeztu en nuestros años jóvenes. Resulta obvio que esta categoría no surge por un chasquido de dedos, sino por la calidad de nuestros profesores por un lado y por la acertada dirección por otra, cosa que le debemos a D. Luis.

  La verdad es que yo guardaba un recuerdo algo difuso de Luis Ortiz, pues nunca le tuve de profesor por ser “de ciencias” y solamente le vi ocasionalmente en algún acto del Ramiro; mis percepciones fueron que era una persona que imponía un enorme respeto, muy serio y muy lejano también, pues al no ser uno de mis profesores, no tenía la experiencia o esa cercanía con él que proporciona el profesorado. Y éstas eran mis impresiones hasta hace muy poco tiempo, en que las casualidades de la vida me han colocado en la coyuntura de redactar esta semblanza y me he ido dando cuenta que estas sensaciones mías no se correspondían completamente con la realidad. Sobre todo, sin embargo, lo que me ha movido a hacerlo, aunque no haya sido mi profesor, es descubrir al hombre que había detrás de aquél nuestro director, del que siempre veíamos su firma de “VºBº” en nuestra cartilla y no sabíamos mucho más de él. Según he ido investigando y leyendo sobre su persona, me he ido dando cuenta de su enorme categoría profesional y personal, tan grande y sorprendente que ahora me parece un gran reto acometer esta semblanza y temo no estar a la altura de ello.

   Lo primero que tengo que decir de él es resaltar su modestia y sencillez; es la persona que siempre estaba “detrás”, ocupándose de todo y organizándolo todo sin que se notase; no tenía el protagonismo que podría tener un Magariños, un Mindán o un Alvira, por poner un par de ejemplos bien conocidos, que era “a los que veíamos” más.  Quizás sea por este motivo por el que tengo la subjetiva impresión que no se trata de una persona que la que se hable mucho, no se le recuerda con profusión y cuando aparece algo de él, siempre es escaso o bien no se destacan sus merecimientos, que son muchos, bastantes más de lo que yo mismo creía. También se me ha ocurrido que una razón de su llamémosle escasa “popularidad” en tiempos más recientes o de que no se le haya recordado acorde a su trayectoria profesional, pueda ser debido a que se le asocie al régimen de Franco, ya que tuvo varios cargos relevantes que veremos más adelante muy cercanos al régimen franquista de entonces. Ya se sabe que está de moda que tiendan a desaparecer todos los recuerdos que se asocien al régimen (será que la “memoria histórica” va pareciendo ya más “histérica” que otra cosa), y que nos movemos por las leyes del péndulo, no sabiendo encontrar el justo término medio. Con estas actitudes, suceden dos cosas: una, que se relega al olvido y al ostracismo a personas que han contribuido de forma ejemplar a ése país llamado España, que han sentido amor a la Patria (¿a que este término ya nos parece una antigualla?) y que han dedicado todos sus esfuerzos a los demás, olvidándose de sí mismos y otra, que en nombre de cierto sello asociado a cierta época, se entierren históricamente (¿o histéricamente?) retazos de nuestra historia de la que podríamos sentirnos orgullosos. Es como meter en el mismo saco todo lo que “suene” mal, huela o no huela bien, con lo que se relega al olvido tanto lo malo como lo ejemplar. Lamentablemente, esto ha sucedido siempre y seguirá sucediendo. Pues mira, a lo mejor es ésta otra razón de que me haya decidido a escribir esto, pues pienso que este Luis Ortiz Muñoz pertenece a esos seres ejemplares en los que habría que fijarse más y tomar buena nota cuando pensemos que se nos hunde el mundo alrededor y tendemos a desfallecer. Pues no; hay que seguir adelante, siempre… pero no nos adelantemos, que ya contaré por qué digo esto.

  Volvamos a las casualidades que me han puesto en el camino de esta semblanza. Ya conté en  ocasiones anteriores mi encuentro con Carmina Ortiz, que sí fue mi profesora, como mi búsqueda en la Biblioteca Nacional de un libro que andaba ella buscando, por haber sido testigo –siendo aún muy niña- que había sido su padre, nuestro Luis Ortiz Muñoz, quien había trabajado mucho tiempo en su casa, casi siempre por las noches restando horas al sueño en la preparación del mismo. Allí encontré unas páginas incunables de nuestro Ramiro en los años 40, ya publicadas y asociadas claro está, a su padre. Volví a contactar así con Carmina y empecé a descubrir que tras su padre se escondía una vida realmente ejemplar, ejemplar en todo, y que merecería no ya solamente una semblanza, sino todo un libro. Le propuse hacer esta semblanza con cierto miedo, pues temía que ella o las personas de su familia me tildasen de entrometido; pues no, no solamente eso, sino que además me ha proporcionado datos y fotografías muy útiles. Y lo más importante: su confianza. Es evidente que antes de su publicación quiero que el borrador lo vea tanto ella como su hermano Jose María, pues he contactado también con él y he notado mucho cariño hacia mi iniciativa, lo cual les agradezco a ambos de corazón. Ahora me toca corresponder a mí… ¡vaya reto!

BIOGRAFÍA

Sevilla, 14 de Marzo de 1905.

   La primavera ya despuntaba y en Sevilla, en la calle Segovia, veía su primera luz Luis Ortiz Muñoz. La calle Segovia está al lado mismo de la Catedral de Sevilla, como si dijéramos a la sombra de la Giralda, pues tan cerca está que en algún atardecer de invierno estaría posiblemente en el extremo de su sombra protectora, sombra que buscaría Luis durante toda su vida.
 
 ¿Se puede ser más sevillano que habiendo nacido en pleno barrio de Santa Cruz y al lado de la Catedral? Pues la respuesta es que sí, que aún se puede ser más sevillano, ya que años más tarde, en 1961, recibió la Medalla de Oro de la ciudad, medalla por la que sentía un aprecio muy hondo. Y además se le ha dedicado una calle con su nombre. No se conceden tales honores a alguien solamente por sentir amor por la ciudad, sino por “algo más”, como ya veremos en su momento. 
                           



   

Se me ocurre (por eso de los estereotipos) que, al ver su imagen de caballero español, serio, alto, moreno, con fuerte mentón resaltando su carácter y su noble mirada, más bien parece un castellano antiguo mezcla de Fernán González y El Cid, o un recio vasco o un laborioso catalán, antes que un graciosillo andaluz, dicho sea con todos los respetos. Pues sí, pese a su seriedad de carácter, también fue un amante de la vida, con buen humor, vitalista y hasta divertido con sus amigos y familia, todo ello heredado de su terruño andaluz.  Y ferviente cristiano y católico, como suelen serlo los andaluces, con ese hondo sentir por la tradición católica andaluza, sus saetas, sus procesiones, ése “duende” andaluz y flamenco hondo, difícil de asimilar para una gran mayoría de nosotros y que saben sentir en su corazón los andaluces de pro, como D. Luis.  Andaluz profundo y serio, pues.                 


   No sabían los sevillanos aquél día que había nacido alguien que sentiría toda la vida un inmenso amor por Sevilla y su Semana Santa, única en el mundo, y que dejaría además varios testimonios escritos de ello. Sentía también una especial devoción heredada de sus  ancestros por la Virgen de la Amargura, Virgen que seguramente le blindó contra las diversas amarguras que le tocó vivir en su vida y que fue superando como luchador que fue.

  Sus primeros estudios los realiza en el colegio de Los Jesuitas en Sevilla y en el Seminario de S. Ignacio en Ciudad Real. Volvió a Sevilla para realizar sus estudios de bachillerato (en un tiempo récord, por cierto, de dos años)  y después los universitarios, licenciándose en la Facultad de Filosofía y Letras de Granada en la sección de Filología. Estaba claro que sería un hombre de Letras, y como tal sintió muy temprano una primera vocación: la de periodista. Tan temprana fue, que simultaneó sus estudios filológicos con su trabajo de redactor-jefe en el periódico “El Correo de Andalucía”, desde 1924 a 1927.- Ya apuntaba maneras el mozo: con sólo 19 años, redactor-jefe del periódico decano de Sevilla –que sigue existiendo hoy, por cierto-  y encima conservando el cargo durante tres años, señal de que no lo hizo mal.

    Si lo dejó, con pena seguramente, es porque se tuvo que trasladar a Madrid en 1927 para cursar sus estudios de doctorado, a la vez que simultaneaba sus estudios con sus afanes periodísticos, entrando a trabajar en la redacción del periódico “El Debate”. Algo debió de ver en él Angel Herrera Oria, otro periodista vocacional que llegó a ser cardenal, y que por entonces era el jefazo del diario, a la vez que el fundador de la Escuela de Periodismo. Angel Herrera fue quien le llamó para incorporarse al periódico,  tanto a la redacción como posteriormente de profesor en dicha Escuela. La orientación del diario era evidentemente católica, lo que le permitió entrar en contacto con organizaciones juveniles y estudiantiles de este corte.  Su trabajo consistió inicialmente en cronista de las Cortes, así como de cine y articulista, pero también se le encargó de la preparación de los famosos extraordinarios dominicales, que fueron apareciendo durante la República. Probablemente, esto le dio cierta fama y, también probablemente, no del gusto del régimen republicano en aquél momento. Formó parte del Consejo Editorial hasta 1936, por lo que, también con toda probabilidad, ya le tocó bregar con las circunstancias adversas hacia las tendencias del periódico desde la proclamación de la II República en 1931, siguiendo a su jefe en sus teorías del accidentalismo, postura prudente consistente en tratar de seguir la orientación del régimen con estilo taurino, soslayando la forma de gobierno. Lo del “estilo taurino” es una forma coloquial de expresar “capote, templar, mandar, llevar al toro por donde quieres y no dejarte coger”. Aprender, seguro que aprendió…

     Hay que recordar el ambiente anticatólico que comenzaba a sentirse bajo el nuevo régimen y la quema de iglesias, conventos y en general edificios religiosos ya desde aquél año 1931, incluyendo apedreamiento de algún kiosko de El Debate en Madrid. De apedrear el kiosko a meterse con el redactor-jefe no había mucha distancia, por lo que los tiempos se volvieron, como poco, incómodos.
   Junto con Pascual Galindo, probablemente preparando la traducción del latín de la 1ª Gramática Española de D. Antonio de Nebrija (ver “Publicaciones”)


Caricatura  de D. Luis muy joven, aparecida en ABC en Dic 1943, con ocasión de la concesión del Premio Nacional de Letras por este trabajo

Así fue pasando su juventud, entre diatribas periodísticas y los estudios de doctorado. Precisamente fue estudiando el doctorado en Madrid cuando conoció a una de las pocas mujeres que habría por entonces en España cursando estudios superiores y aún menos que incluso llegasen a doctorarse; se trataba de de una guapa zamorana oriunda de Toro, nada menos:  Anisia González Barrachina.  Al parecer, fue la única mujer que estudiaba Filosofía y Letras en la Universidad de Salamanca a finales de los años 20.


     Dicen que los polos opuestos se atraen, pero debe ser que “con los de letras” funciona al revés, es decir, los polos del mismo signo son los que se sienten atraídos. Me cuenta su hijo José Mª que incluso hablaban en latín entre ellos, lo cual seguramente venía muy bien cuando no querían que se les escuchara estando en lugares públicos y querían intercambiarse confidencias como cualquier pareja de enamorados. Anisia llegó a dar clases de francés en el instituto Beatriz Galindo de Madrid después de doctorarse.
     Sea como fuere, debieron encontrarse entre ellos tantas afinidades –especialmente por su elevada condición cultural- que terminaron casándose el 12 de Octubre de 1931.   En definitiva, que si él no era castellano por mucho que lo pareciera, se casó con una dama castellana que sí que lo era, y encima descendiente del conde Fernán González nada menos. Curioso nombre, por cierto, el de Anisia, correspondiente a santa Anisia, virgen y mártir en Tesalónica. No puedo refrenarme en hacer públicas las estrofas que Luis Ortiz le dedicó con profundo amor a su mujer de tan extraño nombre:


   

Si  Anisia fue regalo de tebanas ninfas, a su vez le regaló a Luis cuatro hijos, fruto del profundo amor que se tenía el matrimonio: Luis, Carmina, Maruja y José María, entre 1932 y 1941. Mirando las fechas, desde luego no fueron años fáciles para poner niños en un mundo que amenazaba tormenta y guerras…


   En 1932 sacó la cátedra por oposición de latín, oportunidad en la que conoció a Miguel de Unamuno, que fue uno de los miembros del tribunal y dio clases de latín en la Universidad Central.

 En aquellos años ya hizo sus primeros pinitos relacionados con la enseñanza; no solamente dio clases de latín, sino que fundó una revista –Hogar- perteneciente a la Confederación Nacional Católica de Padres de Familia, actuando de ponente en la asamblea que dicha entidad celebró en Covadonga en el proyecto de reforma de la segunda enseñanza. Poco después fue designado para la secretaría general de todas las comisiones que elaboraron el proyecto de Universidad Católica bajo la dirección de los metropolitanos españoles.

   Aquél comienzo de los años 30, muy revueltos, no presagiaba nada bueno. El 14 de Abril de 1934 comienza una segunda etapa de la II República hasta el 1936, y los movimientos anti-derecha y anti-católicos se fueron exacerbando cada vez más, apoyados por el levantamiento del Frente Popular, que adquiere cierto poder. A partir de 1936 ya nos podemos imaginar que vivir en Madrid siendo un personaje ilustrado y  destacado en los ambientes católicos, no era muy recomendable. El devenir de la vida de Luis Ortiz y de su familia se truncó a partir de aquél año, pues ya es bien sabido que al asesinato de Calvo Sotelo en Julio le siguió el alzamiento del general Franco y la fratricida guerra civil española. Como es natural, los ideales cristiano-católicos de Luis Ortiz le alineaban con los entonces llamados sublevados, pero no era ése el problema; D. Luis se vió perseguido a muerte (estaba probablemente de los primeros en la lista tras el mencionado Calvo Sotelo) con amenazas muy concretas, muy claras y en varios casos de mucho riesgo. Tanto es así, que resultó imposible permanecer en su domicilio (tuvo que salir por piernas en varias ocasiones que se hicieron registros por milicianos armados, y no es difícil de imaginar los malos ratos que también se tenía que haber llevado su mujer Anisia en esas ocasiones, que, insisto, fueron varias). No tuvo más remedio que buscar refugio, como otros muchos personajes de la época, en algún sitio seguro, que no podía ser otro que alguna embajada amiga, en este caso la de Chile, en la calle del Prado, de Madrid.

   Allí recaló con su mujer Anisia y la niña más pequeña, en condiciones no demasiado agradables, naturalmente (el resto de la familia estaba acogida en Toro, donde residían sus suegros).  De allí sólo se podía salir mediante canjes por personajes “del otro bando”;  al menos consiguió que tras cuatro meses se pudiera efectuar dicho canje cambiando a su mujer y a la niña por alguien. La separación fue muy triste y las secuelas de todo aquello afectaron mucho a Anisia posteriormente.
    Desde entonces y nada menos que hasta Enero del 1939, Luis Ortiz estuvo “confinado” en la embajada sin poder salir. Según cuenta un testigo del exilio forzoso en la embajada, Luis Ortiz destacó por su labor de infundir ánimo y serenidad en esos difíciles momentos, en los que todos y cada uno, fueran de alta alcurnia o no, debían repartirse toda clase de tareas domésticas para contribuir al bienestar común.  Allí no había chachas ni nada que se lo pareciera y había que organizarse; precisamente en esto destacó D. Luis de forma extraordinaria, llegando a ser el alma de los exiliados, con su conversación amena y culta, su buen humor y … hasta sus dotes de cocinero, destacando en la preparación de lentejas con arroz y muy especialmente sus famosas tortillas de patatas, una de las pocas alegrías en aquél limitado lugar.


  

   De nuevo tuvo que echar mano de su capacidad de resignación cristiana y seguir para adelante, fiel a sus convicciones, a su rectitud y a su familia.


       La evolución de la guerra se estaba decantando desde finales de 1937 por el bando nacional; este hecho proporcionaba algo de “tranquilidad” a los exiliados en la embajada chilena, que seguían por radio los famosos “partes” de guerra que se iban dando hasta esa fecha y algunos de los confinados pudieron ir saliendo. Luis Ortiz no tuvo su sin embargo su oportunidad hasta el 20 Enero de 1939, fecha en que se le encontró tras largos y arduos esfuerzos una “contra-pareja” para realizar el canje, teniendo que viajar por barco hasta Hendaya, desde donde ya pudo iniciar un reencuentro con su familia política en Toro. Después de todas estas vicisitudes, había llegado a adelgazar del orden de 25 kg, lo que da una idea de las penurias que pasó en aquellos difíciles años.

      Como es sabido, el primer gobierno nacional de España ya se instauró por Franco en 1938, durando hasta 1939 cuando se dio por terminada la contienda y se formó el segundo gobierno nacional. Estos hechos tienen alguna relación con Luis Ortiz y el instituto Ramiro de Maeztu, que entonces todavía no existía, aunque de la época de comienzos de los años 30 ya había funcionado el Instituto-Escuela en nuestra famosa “Colina del Viento” con alguno de los edificios más antiguos.

  La concatenación de los hechos y circunstancias me ha llevado a simplificar las interrelaciones históricas (de manera un poco libre y aplicando más la lógica que el rigor histórico) de la siguiente forma:

   1º.- En el Primer Gobierno Nacional de 1938, Franco nombra Ministro de Instrucción a Pedro Sainz Rodríguez, que fue curiosamente el único líder del Bloque Nacional que sobrevivió a la guerra. Hay que decir que Pedro Sainz, aún siendo de “derechas de toda la vida”, también era profundamente monárquico, lo cual no creo que fuese una buena tarjeta de presentación en aquellos momentos. Sea como fuere, tres días después de haber finalizado oficialmente la guerra con el famoso bando de Franco del 1 de Abril, se fundó el “Ramiro de Maeztu”, siendo Sainz el Ministro de Educación (fue el propio Sainz quien al parecer cambió  a esta denominación, antes “Instrucción” desde 1900 en tiempos de Francisco Silvela). No duró mucho el señor Sainz como ministro, pues Franco se lo quitó de encima rápidamente, apoyándose en leyendas urbanas relativas a sus visitas habituales a ciertas casas de señoras, cosa que para su infortunio debía hacer en coche oficial; de paso, se quitaba a un monárquico de encima. Cierta o no esta anécdota y su destitución, el caso es que, tras dejar repentinamente el ministerio, le debió de asaltar un ataque de añoranza monárquica y se fue a Estoril de consejero de D. Juan de Borbón.

  2º: ¿En quién confió Franco la cartera de Educación entonces? Pues en el turolense José Ibáñez Martín, persona muy cercana al Régimen, militante ya en la época de la República del CEDA (aglutinación de las derechas) y se le atribuye que también fundador de “Acción Española”.  Catedrático brillante, por otra parte, de Geografía e Historia, habiendo dado clases en el instituto S. Isidro de Madrid. Muy católico de tendencias, mantuvo estrechos contactos ya desde los primeros años 30 con nuestro ya mencionado personaje Angel Herrera Oria, por lo que no es difícil colegir que ya conociera  a Luis Ortiz de aquella época, habiéndole impactado su erudición, capacidad organizativa y humanismo en general, así como sus profundas convicciones cristianas. Indudablemente, surgió cierta “química” entre ambos.

  3º: Cuando José Ibáñez Martín fue nombrado ministro en Agosto de 1939, le faltó tiempo para en el mismo mes nombrar SECRETARIO TÉCNICO con él mismo como ministro de Educación a Luis Ortiz, pues dadas sus dotes, estaba claro que una persona tan brillante le sería de gran ayuda.

  4º: Y también en ése año 1939, el mismo Ibáñez Martín fue nombrado primer presidente del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas). Rapidillo el hombre, desde luego…

      Como vemos, el destino funciona a base de casualidades, como siempre. Sin embargo, en el caso de Luis Ortiz, que no era ningún destacado estratega ni político, sino el prototipo del “perfecto hombre de confianza” al que se le podía echar encima trabajo y más trabajo con grandes posibilidades de que lo sacase para adelante con tesón y sin desfallecer, ya no es fruto de la casualidad, sino de merecimientos por derecho propio. No es tampoco de extrañar que con los amargos antecedentes y vicisitudes sufridos por nuestro D. Luis, se acercase a un régimen que había vencido a aquellos que podría considerar como causantes de su desgracia y promulgase además la vuelta a valores morales acordes con su propia formación, además de proporcionarle un futuro tras la destrucción reinante.
 Aquí tenemos una fotografía en la que aparecen ambos:
Ibáñez Martín y en segundo plano, Luis Ortiz Muñoz, recibidos “con las espadas en alto”


 

No quedarían ahí los nombramientos de Luis Ortiz; el ministro a todas luces tenía prisa y le nombró en 1940, casi al mismo tiempo, tanto CONSEJERO NACIONAL DE EDUCACIÓN como DIRECTOR DEL INSTITUTO “RAMIRO DE MAEZTU” (tras cesar Albareda en esta función, seguido de Lorenzo Vilas por muy breve espacio de tiempo), nombrando entonces el propio Luis Ortiz a Lorenzo Vilas como Vicedirector tras su nominación como director del Ramiro.


 Veamos cuál era el equipo de catedráticos numerarios con D. Luis en el Ramiro, además de él mismo con la cátedra de griego (y por cierto, podría haber sido también catedrático de latín por derecho propio, pero la dejó en manos de Antonio Magariños, a quien nombró muy acertadamente “Jefe de Estudios” y por lo tanto uno de sus primeros hombres de confianza).      Véase en la foto:
Con Antonio Magariños, primero a la derecha sentado, y Joaquín García Rúa, entre ambos.


 

 Creo que nadie dudará que D. Antonio Magariños era el “Jefe de Estudios” nato por excelencia. ¿O es que D. Luis lo entrevió al conocerle? Un genio en psicología educativa, como demostró posteriormente.


Catedráticos numerarios (fuente Manuel Mindán):

Luis Ortiz, de Griego

Antonio Magariños, de Latín

Jaime Oliver Asín, de Lengua y Literatura españolas

Manuel Mindán, Filosofía

Joaquín Gª Rúa y José Royo, de Matemáticas

Ángel Sáenz Melón, de Física y Química

Rafael Ybarra, de Ciencias Naturales

Lorenzo Vilas, de Agricultura (que pasó a Naturales, siendo después sustituido por Ciencias Físico-Naturales por Tomás Alvira)

Leopoldo Querol, Lengua Francesa

Manuel Pérez Saavedra, Dibujo


Si hablamos de los primeros profesores, sin tener en cuenta si eran o no catedráticos numerarios, nos encontramos con los siguientes (versión Tomás Alvira), probablemente anteriores en el tiempo alguno de ellos:

José Oñate y José Royo – Matemáticas

Miguel Allué – Lengua y Literatura Españolas, a quien siguió el mencionado Jaime Oliver Asín como catedrático

José Chacón, a quien seguiría Manuel Mindán como catedrático

Antonio Magariños, Latín

Luis Ortiz, Griego

J. Mª Albareda, Ciencias Naturales, después R. Ybarra.

Tomás Alvira, Ciencias Físico – Naturales

Angel Sáenz Melón, Pedro Dellmans y Ángel Hoyos, Física y Quimica

Lucila Utrilla, Geografía e Historia (parece ser que la cátedra se reservaba al propio ministro Ibáñez Martín, que era titular) y más tarde, José Navarro Latorre.

Tarsicio Seco, Francés (después Leopoldo Querol)

Gabino López Morant, profesor numerario de Religión

Cdte. Marcos Daza, profesor de Educación Física.

Domingo Sánchez Hernández, Lengua Alemana, lengua que se añadiría al francés posteriormente (curiosamente, la alemana Frau Stötter daría después Lengua Inglesa)

       Angel Sáenz Melón y Domingo Sánchez serían los primeros Secretarios en la parte administrativa, alternando con sus clases.

  (La verdad sea dicha que no tengo muy claro quién fue antes o después en algunos casos, aparte del lío que tengo en el área de Ciencias Naturales).

    Hay que añadir que D. Luis nombró Vicedirectores como delegación suya -cuando no estaba presente debido a sus otros cargos en el Ministerio-  siguiendo esta secuencia:  Lorenzo Vilas, R. Ybarra, Tomás Alvira, que lo sería gran parte del tiempo, y finalmente, José Navarro Latorre, que fue además quien le sustituyó como director en 1975.

  También quiero resaltar la especial dedicación que tuvo el sr Alcántara con Luis Ortiz, pues era en cierta forma el fiel colaborador en las labores de dirección y su “mano derecha”.

  No estoy seguro si ha quedado medianamente claro, pero esta foto resume al menos gráficamente el “quién es quién” poniendo caras:
Toda esta descripción tiene la intención sencillamente de mostrar con quién contaba Luis Ortiz Muñoz en su labor en el Ramiro de Maeztu.
  Quedan algunos testimonios gráficos de actos en el Ramiro:

 Luis Ortiz con Agustín Brañas, Ayala y Alcántara, entre otros, tomándose unas copillas
Y ésta de alguna conmemoración, en la que están también Albareda e Ibáñez Martín:
                       
Con Ibáñez Martín y Albareda; en el centro, Luis Ortiz.
Incluso queda algún incunable de los primeros tiempos, como cuando se realizó la visita de SA Imperial el Jalifa de Marruecos al Ramiro, con los uniformes de rigor en aquella época:
 La foto debe ser antigua; no hay más que mirar los “zapatos acharolados” del personaje a la derecha de la foto y el gesto del chavalín a la izquierda, remedando el saludo fascista, que se abolió en 1945 en España por razones obvias (o a lo mejor el chaval no se había enterado).
 En su labor como director, ya hemos dicho que tenía que alternar con sus cargos en el Ministerio que, como veremos ahora, habría además otros nuevos añadidos. Esto le impedía estar presente muchas mañanas en el Instituto, reservándose las tardes y frecuentemente hasta las noches, con el detalle de incluir cena de trabajo (amenizada ocasionalmente  hasta por algún concierto de piano a cargo de D. Leopoldo Querol) para departir con su equipo. Desconozco si les haría mucha gracia a los interfectos prolongar de tal forma su jornada de trabajo, pero aquí D. Luis era inflexible: él daba ejemplo y los demás, como las lentejas, o las tomas, o las dejas. En cualquier caso y dado su carácter abierto, las maratonianas sesiones al final no resultaban desagradables. Tanto Mindán como Alvira las recuerdan con afecto en sus libros.
 En esta foto se le ve rodeado de muchos profesores en aquella primera época:
En 1941, en una cena al aire libre en un restaurante de la castiza “Bombilla” de Madrid. Se distingue a varios profesores; en la primera fila (abajo): Tarsicio Seco, Antonio Magariños, Luis Ortiz, Ibáñez Martín como invitado de honor, Albareda y Galindo. Más arriba solamente identifico a Lucila Utrilla, pero seguramente alguien puede dar más datos.

 
 

Hay que destacar que en los primeros tiempos del Ramiro, Luis Ortiz estuvo encima incluso de la construcción y reconstrucción de los edificios del Instituto hasta que quedaron como hoy los conocemos y se permitió también dirigir las obras en sus detalles más nimios. Estuvo detrás de del establecimiento de los Internados, de la Preparatoria, de los Talleres, del Nocturno y hasta de la Iglesia del Espíritu Santo.


    En su labor como Director siempre destacó en sus afanes conciliadores ante cualquier dificultad o disputa interna. Estableció también unos criterios firmes de educación basados en la lógica, criterios que después fueron aplicados con sabiduría por Antonio Magariños.  Véase un ejemplo (fuente, libro de Manuel Mindán):

       1º: Que cualquier falta de disciplina que merezca una sanción sea comunicada por el profesorado inmediatamente a la Jefatura de Estudios, la cual será únicamente la encargada de imponer el correctivo oportuno

     2º: Queda totalmente prohibido sacar al pasillo durante las horas de clase a los alumnos, sea cualquiera la falta que cometan. En todo caso se comunicará a la Jefatura de Estudios y será ella la que determine la salida del alumno a un lugar oportuno, pero nunca al pasillo.

    3º: Queda prohibido que salgan de clase los alumnos cuando terminen los ejercicios escritos antes de finalizar la unidad didáctica. Todos los alumnos deberán estar con el profesor, dentro de la clase, la unidad didáctica entera.

    4º: Si por motivo excepcional, un profesor tuviese que abandonar la clase antes de la hora señalada, lo comunicará a la Jefatura de Estudios para que otro profesor o educador se haga cargo de la clase, pero en ningún caso mandará los alumnos al pasillo o a los campos de deportes.

                                                                              Madrid, 9 de Febrero de 1962

                                                                                     El Director,

                                                                                                    Luis Ortiz


    Incluso tuvo que intervenir en algún aspecto relacionado con el profesorado, especialmente si el asunto era delicado, como por ejemplo ante el enfrentamiento suscitado entre los padres Granda y Cuéllar, originando una separación entre dos grupos de alumnos, “los del P Cuéllar” y “los del P Granda”, como si se tratase del Real Madrid y del Barcelona, cosa que originó las protestas de muchos padres de alumnos. Tuvo que llamar a la Junta Pedagógica para tratar de conciliar las posturas de ambos, pero la cosa no era nada fácil, dado el fuerte temperamento en especial de Granda. Hubo hasta que recurrir a la curia episcopal (fuente: libro de Manuel Mindán). Cuento esto para reseñar las dificultades inherentes a la función de Director del Ramiro y que no consistía solamente en cuidar de la óptima educación de los alumnos.

  Por lo que he podido saber, Luis Ortiz era capaz de dormir solamente tres horas por noche, suplementando con alguna cabezadita después de comer. Cuando no tenía reuniones, esta asombrosa capacidad de vigilia le permitía -¡encima!- trabajar en su casa por las noches. Adelanto que su labor de “producción” ha sido realmente prolífica en este contexto: totaliza nada menos que 20000 EDITORIALES PERIODÍSTICOS, 4000 ARTÍCULOS y 30 LIBROS, sin contar con las múltiples colaboraciones que le requerían para libros “de otros”, en particular -como ya sabemos- del propio ministro Ibáñez Martín, para quien preparó el macro-informe “10 años de servicio a la Cultura española, 1939-1949” . Ya lo dijo Manuel Mindán: el único defecto de Luis Ortiz era que “no sabía decir que no”…

   Y sin embargo, como veremos más tarde, aún le sobraba tiempo para preparar hasta exposiciones de gran nivel (“Tierra Santa”, en 1954, que ya veremos después) y sus trabajos de apoyo a las tradiciones sevillanas; también tenía que ceder algo de tiempo a sus propias aficiones, ¿o no?

¿Alguien da más? A lo mejor podría haberse presentado al récord Guiness de productividad…

  A principios de los 40 empezaron a lloverle cargos como setas, en una imparable ascensión:

Aparte de SECRETARIO GENERAL, por concurso, del Consejo Nacional de Educación, se le nombra:

CONSEJERO NACIONAL DE EDUCACIÓN (1940)

DIRECTOR GENERAL DE ENSEÑANZA MEDIA (1942-1951)

DIRECTOR GENERAL DE ENSEÑANZA UNIVERSITARIA (1942-1951)

SECRETARIO GENERAL TÉCNICO DEL MINISTERIO DE EDUCACIÓN NACIONAL (1942-1951)

Alguien pude preguntarse qué pasó en 1951 y la respuesta es fácil: sencillamente, su mentor Ibáñez Martín dejó de ser Ministro y es muy probable que este final conllevase también el de su equipo, incluido Luis Ortiz Muñoz. El sucesor de Ibáñez Martín fue Joaquín Ruiz Giménez. Sin embargo, Ibáñez Martín continuó en su cargo de Presidente del CSIC y siguió contando con la colaboración continuada de D. Luis en este organismo, del que fue vocal muchos años, siendo posteriormente reconocida su labor en 1970 nombrándole CONSEJERO DE HONOR del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. No hay que olvidar que Luis Ortiz fue además uno de los creadores e impulsores del Consejo antes incluso de su creación.
  De esos tiempos quedan también algunos testimonios gráficos:

Y hasta con Franco:
 Y con instancias todavía más altas, véase si no un incunable con Pío XII, nada menos:
Y con conocidas personalidades políticas y esta vez con un futuro Papa, Pablo VI, entonces Cardenal Montini, en 1949:


  

También fue PROCURADOR EN CORTES desde 1944 a 1951 y SECRETARIO DE LA COMISIÓN DE PRESUPUESTOS DEL MINISTERIO.


  Como consecuencia de ser el Director General de Enseñanza Universitaria, se le asignó otro cometido que D. Luis acometió con muchísima ilusión: el de COORDINADOR de la creación de La Ciudad Universitaria de Madrid. Fue VICEPRESIDENTE DE LA JUNTA CONSTRUCTORA de esta ambiciosa obra y de enorme responsabilidad, ya que la enseñanza universitaria representaba nada menos que el futuro del país y la continuación lógica para los alumnos bien preparados de la Enseñanza Media, de los que era él asimismo responsable. Para esta labor contó, por cierto, con la estrecha colaboración del reconocido profesor J. Mª Albareda.

    Su hijo José Mª me ha contado en relación a este tema una anécdota que define muy bien la rectitud de nuestro D. Luis: habiendo terminado satisfactoriamente las obras de la Ciudad Universitaria, los jefes de la empresa responsable de interiores y mobiliario (sevillana, por cierto) le ofrecieron como compensación a sus desvelos la realización gratuita de cualquier obra de decoración interior o exterior que tuviese prevista él particularmente a modo de regalo, cosa que rechazó con una sonrisa; acto seguido, sin embargo, se acordó de sus queridas cofradías sevillanas y les dijo que “hombre, si podéis echar una manita a los cofrades sevillanos de la Amargura para poner unas nuevas colgaduras, pues no estaría mal…”. Luis Ortiz Muñoz, como siempre, pensando en los demás y nunca en sí mismo…

   No acabaron aquí los nombramientos, pues en el año 1946 se le nombró SUBSECRETARIO DE EDUCACIÓN POPULAR, organismo del que fue el último subsecretario asimismo hasta el 1951, transformándose éste más adelante en el Ministerio de Información y Turismo. Esto no es de extrañar, pues las competencias de la Subsecretaría eran nada menos que las siguientes, citando por Direcciones Generales: Prensa, Radiodifusión, Propaganda y Cinematografía y Teatro. ¡Qué lejos estaban ya sus críticas de cine y teatro en El Debate! Por la importancia de todas estas funciones, se le añadió “el turismo” posteriormente y se creó el Ministerio correspondiente.

   Al cesar Ibáñez Martín como ministro en 1951, se decidió la creación de este nuevo ministerio, al frente del cual se puso a Gabriel Arias Salgado, antecesor de Luis Ortiz como subsecretario de 1941 a 1946, año en el que fue nombrado nuestro D. Luis, como ya se ha señalado.

   Resalto la siguiente reflexión: Arias Salgado estuvo al frente del Ministerio de Información y Turismo hasta 1962, año en que fue cesado y sustituido por el carismático Manuel Fraga Iribarne. Recordemos que, como dije al principio de esta semblanza, D. Luis Ortiz fue operado de cáncer de laringe en 1958, trayendo consigo las limitaciones en su voz que ya sabemos. Es evidente que un político sin voz es como un nadador sin brazos… Si hilamos fino, nos damos cuenta que, independientemente de la probada valía de Luis Ortiz Muñoz, es que “le tocaba” suceder a Gabriel Arias Salgado al frente del Ministerio de Información y Turismo; para mí es obvio que si la historia hubiese seguido un rumbo diferente sin el malhadado cáncer que le apareció a nuestro D. Luis (que afortunadamente al menos fue extirpado definitivamente, no sé si satisfactoriamente o no), él hubiera sido el siguiente Ministro, dicho esto sin el menor menoscabo de Manuel Fraga, al que conceptúo como personalidad similar a la de Luis Ortiz por su gran capacidad de trabajo y erudición, bien conocidas. Posteriormente, Luis Ortiz y Fraga mantuvieron contactos frecuentes y ya nos podemos imaginar quién fue consejero de quién. Nunca sabremos ya lo que hubiera pasado sin el desgraciado evento de salud de D. Luis, es evidente, pero 2+2 siguen sumando 4, ¿verdad?

  Aunque sea adelantarme en fechas, no quiero perder el hilo y dejar establecido que tras 1951 y, sobre todo, tras 1958 con su operación, la vida profesional de Luis Ortiz no estaba ni mucho menos hundida. Con las limitaciones de comunicación, naturalmente, siguió con otras actividades en paralelo a su labor de dirección del Ramiro de Maeztu. No sabía estarse quieto. Trabaja en el CONSEJO EDITORIAL DEL PERIÓDICO YA, dando salida a su vocación de periodista, es CONSEJERO DE LA EDITORIAL CATÓLICA (1958-1972), es VOCAL (y a veces presidente) del Tribunal de oposiciones a Cátedras de Latín y Griego y es el creador e impulsor del BACHILLERATO RADIOFÓNICO DE ESPAÑA Y DIRECTOR DEL DEL INSTITUTO DE ENSEÑANZA MEDIA A DISTANCIA (1963). Resalto la relevancia de este organismo para la obtención de títulos de bachillerato para muchos alumnos españoles que por circunstancias de la vida no podían estar o asistir regularmente a los institutos (por ejemplo, en aquella época de tanto emigrante al extranjero, ¿qué podían  hacer los padres españoles con los hijos si querían tener una educación y titulación españolas?

    A partir de 1951 y hasta 1958 participa activamente en los ciclos de conferencias de la Universidad Menéndez y Pelayo de Santander. Sus conferencias trataban generalmente de asuntos educativos, de los que ya tenía, obviamente, amplia experiencia.

  También fue PRESIDENTE DEL CONSEJO TÉCNICO DE UNIVERSIDADES LABORALES desde 1957; en este contexto se le encargó por el gobierno reformar e impulsar la educación laboral en España, reforma muy necesaria para el desarrollo del país. Con ocasión de este encargo, realizó un extenso viaje a Estados Unidos para conocer in situ la enseñanza en aquél país, viaje al que se llevó también al profesor Albareda, del Ramiro. Fue desde luego un viaje muy interesante que glosó en su conferencia en ocasión del homenaje póstumo tras el fallecimiento de Albareda y que aparece en el libro de Tomás Alvira. Se cita allí que visitaron cientos de establecimientos científicos y docentes. No deja de tener, pues,  un tanto de lógica que fuesen ambos, uno para los aspectos de “Ciencias” (Albareda) y el otro para los de “Letras”, el propio Ortiz.

    Personalmente me llamó la atención la cantidad de personajes tan ilustres del ámbito científico americano que tuvieron la oportunidad de conocer, siendo también muy bien recibidos, dado el prestigio europeo que ya tenía el profesor Albareda en este campo. Visitaron por ejemplo el Instituto de Energía Nuclear de la Universidad de Chicago, siendo recibidos por 4 premios Nobel, uno de ellos Allison, que junto con Fermi desarrolló la primera central nuclear y el ciclotrón. Visitaron también la Universidad de Berkeley y de S. Francisco. Tuvieron la oportunidad de conocer también a Linus Pauling, premio Nobel de Química y bien conocido por su contribución a los orbitales atómicos y enlaces moleculares e incluso a la Física Cuántica, al Dr Anderson y al profesor Waksman, descubridor éste último de la estreptomicina, quien les invitó de forma amable y cordial a su propia casa.

   Un viaje bien aprovechado, pues, y que les permitió a ambos tener una visión más despejada de lo que sucedía en el mundo en los ámbitos científicos.

  Luis Ortiz fue nombrado también MIEMBRO DE HONOR de varias Universidades extranjeras.

  Fue también RECTOR DE LA UNIVERSIDAD LABORAL DE SEVILLA, entre 1956 y 1958. Labor que hubiera podido desarrollar mucho más, pero el destino quiso que no fuera así.
  También fue miembro del equipo de redacción de la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC). D. Luis podía tener limitada la voz, pero desde luego que no su impresionante memoria, a la vez que su amplio conocimiento de lenguas antiguas, latín, griego y hasta arameo; gracias a todo ello, pudo escribir sobre textos sagrados con exégesis de los mismos e incorporarse así su contribución a esta extensa Biblioteca. ¡Vaya chollo, como diríamos hoy!
 
    La verdad es que este conocimiento, especialmente del latín, le valió para colaborar en la redacción de textos en muchos monumentos de la posguerra, entre los que destaco la estatua de Franco en el Ramiro.
    También se le atribuye el texto del Arco de la Victoria a la entrada de la Ciudad Universitaria, que adjunto, aunque esto lo pongo en solfa al atribuirse dicho texto a Pedro Laín Entralgo, sin confirmar. He decidido dejarlo, porque me parece extraño que con sus competencias en la Ciudad Universitaria no haya dejado su impronta allí también y porque el impulsor de la construcción del arco fue Ibáñez Martín; me parece poco probable que no se lo encargase (también) a Luis Ortiz, como casi todo, y más si tenía que ver con el latín.
                                 


   
   

Hablando de textos, colaboró también en la redacción de numerosos textos legislativos relacionados con la Educación.


    Luis Ortiz era además un organizador nato, aunque su fuerte no fuese la estrategia. Como hombre de confianza y con prestigio, y porque de hecho también entraba entre sus competencias (tenía a su cargo un departamento de actos oficiales), se encargó de la organización del viaje de Eva Perón a España en 1947, en pleno bloqueo internacional. Ya sabemos por la historia la relevancia que tuvo aquél viaje, más que nada por el apoyo alimentario que recibió nuestro país de otro tan rico como la Argentina y que constituyó un balón de oxígeno en aquellos momentos.

     Con un poco de imaginación, a lo mejor Luis Ortiz tuvo mucho que ver con el éxito de aquella visita; se cuenta que su porte de caballero español y su don de gentes y cultura impresionaron bastante a la joven Evita, con lo que no sería de extrañar que ella prestara más atención a lo que le decía Luis Ortiz que incluso al propio matrimonio Franco, con quien es sabido que tuvo algunas discrepancias de opinión.  Vamos, que hacía más caso a nuestro D. Luis, por lo que no es extraño colegir que a la consecución de los objetivos y éxito diplomático pudiera haber contribuido más el propio Luis Ortiz que el resto de personajes que la rodearon durante su famosa y carismática visita a España. Y lo más importante: que nos llegase el ansiado trigo de Argentina en aquellos difíciles momentos.

    Y lo mismo en 1949, fecha en la que se encargó de la organización de la visita del rey Abdullah de Jordania. Evidentemente, D Luis le dio un cierto protagonismo a su ciudad de Sevilla, como parte de la visita, que además se extendió a Granada  y  Málaga, fortaleciendo lazos (al menos) con los árabes, ya que por el mundo occidental las cosas estaban más feas.

   La profunda cultura de D. Luis era desde luego muy apreciada entre los adláteres de Franco, razón por la cual contaban con él en las ocasiones que había que dar “brillo cultural”, lo cual no quiere decir que siempre le hicieran caso o que se dejasen aleccionar por él…

  Aunque con problemas de voz, la coyuntura a partir de los años 60 le permitía estar con más frecuencia en el Ramiro. Sus clases de griego las delegó fundamentalmente en Ramona Rey, que por cierto, sigue viva y podría contarnos más cosas de D. Luis.

    Aparte de sus labores de Dirección, a las que se entregaba como líder nato que era (respeto desde luego, imponía) , a Luis Ortiz se le podía ver en todos los actos que se celebraban en el Ramiro de Maeztu. Siempre estaba allí (de esto le recuerdo, por cierto), hasta el punto que su presencia se fue haciendo obligatoria, no celebrándose ningún acto hasta que él no pudiera estar participando y presidiéndolo. Un compañero nuestro que ejerció de profesor en los años 70, Ricardo Alonso Vega, me contó una anécdota que no puedo dejar de difundir: Luis Ortiz tenía que inaugurar el Belén del Ramiro antes de las vacaciones de Navidad, como es natural. Se dio la circunstancia que D. Luis estaría en una de sus entonces más frecuentes visitas a Sevilla y no hubo forma de contar con él al principio; lo normal hubiese sido que esta inauguración la hiciera por ejemplo Tomás Alvira, pero entre espera que te espera y que nadie se decidía, la inauguración del Belén, ya con la presencia de Luis Ortiz, se celebró el… ¡9 de Enero!  Y encima nadie osó tomárselo a chacota, sino como lo más normal del mundo.  O sea, que respeto imponía…


  Los años pasaban cada vez más deprisa.
    En 1969 se celebró el 30 aniversario de la fundación del Ramiro, ocasión de la que queda esta foto y de la que destaco la figura de D. Jaime Oliver:
      En el mismo año, con ocasión de la proximidad de la Navidad (me figuro que en este año pudo inaugurar el Belén a tiempo) se le ve junto con la Directora General de Orientación Educativa:
    ¡Cómo le gustaba estar presente en los actos –especialmente en el Ramiro- y cómo disfrutaba con el contacto cálido con profesores y alumnos! Como aquí en 1974, conmemorando el centenario del nacimiento de Ramiro de Maeztu,  junto con D. Pedro Dellmans y D. José Navarro Latorre:
    
   Llegamos así a su jubilación en Marzo de 1975, pues las condiciones de salud de D. Luis habían sufrido una merma considerable, en especial desde una caída con fractura de fémur que tuvo en la playa dos años antes y que le confinó en silla de ruedas.
    Con ocasión de esta jubilación, se le hizo un gran homenaje nacional en Madrid en el hotel Mindanao, con la asistencia del entonces ministro de Educación Nacional, Cruz Martínez Esteruelas, con quien aparece en la foto.


  

También asistieron otros ex ministros y personalidades de la Nación, representación de la Academia de la Lengua, de todas las cofradías sevillanas, etc. Hasta Franco le envió un mensaje especial y se le concedió la Gran Cruz de Carlos III. El alcalde de Sevilla, que pronunció en aquella ocasión un emocionado discurso, le llamó “el Novio de Sevilla” por todos sus merecimientos relacionados con esta ciudad.


     A este discurso le respondió D. Luis con la voz prestada de su hijo mayor con otro discurso todavía más emotivo, enfatizando especialmente a su querida Sevilla natal y a su amada Semana Santa y tradiciones. Quiero resaltar dos cosas que dijo en aquél momento: “Gracias a Dios por haberme dotado siempre de muchos amigos” y “Algunas cosas he podido hacer por Sevilla, pero me parecen nada”.

Luis Ortiz Muñoz es por derecho propio y ya para siempre, una gran tajada de la historia del Instituto Ramiro de Maeztu.

    Víctima de un súbito derrame cerebral, falleció en Madrid el 14 de Junio de 1975. ¡Poco tiempo pudo disfrutar de la jubilación! Solamente tres meses, aunque conociéndole, me parece que ni siquiera en sus condiciones hubiera podido estarse quieto.
 Creo que su última foto es ésta:
         D. Luis Ortiz, 1975.
  Su cadáver, amortajado con la túnica de Nazareno de la Hermandad de Jesús del Gran Poder, fue trasladado desde Madrid (donde también se le rindió un homenaje en el propio Ramiro de Maeztu de cuerpo presente, siendo suspendidas las clases durante 24 horas) a Sevilla, ciudad en que se celebró el solemne funeral, en la iglesia de San Juan de la Palma, pudiendo dar de esta forma su último adiós a su muy querida Virgen de la Amargura.
     Cito algunos de los asistentes, además de sus cuatro hijos, hermano, sobrinos, etc.: Barrera de Irimo (Vicepresidente del Gobierno en Asuntos Económicos y Ministro de Hacienda), el Cardenal Arzobispo de la diócesis, monseñor Bueno y Monreal, el Gobernador Civil, el Jefe Provincial del movimiento, el alcalde y ex alcaldes de Sevilla, el Capitán General de la II Región Aérea, etc..,  y, por supuesto, representantes de todas la Cofradías y hermandades sevillanas.
En el traslado del féretro al cementerio se le acompaña por la Policía Municipal de gala en razón a su categoría de Medalla de Oro de la Ciudad de Sevilla. Otro detalle sevillano fue que, al pasar por delante de la Basílica de la Macarena, se abrieron sus puertas delante del féretro como para unirse simbólicamente al dolor por la desaparición de D. Luis Ortiz.
    Fue enterrado en el cementerio de S Fernando en Sevilla, en el que la familia tiene un Mausoleo, rodeado por una ingente multitud de sevillanos que querían así rendirle un último homenaje y acompañarle en su último viaje. Estoy convencido que si D Luis hubiera podido ver desde una ventanita del Cielo el cariño de sus paisanos, se hubiese conmovido profundamente y alguna lagrimita se le hubiese escurrido por su noble rostro.
Descanse en paz.
  




EL AMOR POR SEVILLA, SU SEMANA SANTA Y LAS TRADICIONES


     Cuando se siente desde muy joven una atracción por algo, aquello queda muy arraigado, lo mismo que una vocación. En estos casos, se siente un enorme placer en dedicarle tiempo y esfuerzos. Creo que eso es sencillamente lo que le pasó a D. Luis en relación a las hondas tradiciones de la Semana Santa sevillana, fundido y entrelazado con los aspectos históricos y religiosos asociados. Como era un investigador nato, se puso a “rascar” en los antecedentes de todo aquello y dedicó asimismo todo su esfuerzo personal en ensalzar todo aquello que tanto le atraía con los medios a su disposición, de lo que resultaron unos magníficos pregones y algunas extraordinarias publicaciones que salieron de su pluma. Hay una palabra que me parece acertada para aplicarla en esto a D. Luis: sentía FERVOR, especialmente en su acepción de entusiasmo, por los estudios relacionados con la figura de Jesús, su Pasión y Muerte, así como por la figura de la Virgen María. Sentía un especial fervor por la Virgen de la Amargura, probablemente porque históricamente ya desde sus ancestros se había ido traspasando de generación en generación una gran devoción por ella.

   Con estos antecedentes, no es de extrañar que impulsara con toda su energía cualquier aspecto relacionado con ello y se le reconociera en el entorno sevillano. Véase si no:
1.- En 1943 se le designa pregonero de la Semana Santa Sevillana (el año anterior lo había sido José Mª Pemán). Se preparó el pregón a conciencia y probablemente marcó un hito en la historia de los pregones (incluso lo he encontrado enterito en internet, por si a alguien le interesara). A partir de ahí ya fue un personaje bien conocido –y reconocido- por los sevillanos. 
                    






2.- Participó activamente en la restauración de la Capilla Real Urna de S. Fernando y enterramiento de Dª Beatriz de Suabia y de Fernando III, personaje histórico éste por el que sintió gran simpatía.


3.- Restaurador del Museo Arqueológico de Sevilla

4.- Miembro de la Real academia de las Buenas Letras Sevillana y de Real Academia de de Bellas Artes Isabel de Hungría

5.- Organiza en Madrid un acto con la Orquesta Sinfónica de Radio Nacional con un recital del Miserere de Eslava y con grandes figuras de la época, entre las que destaco al maestro Benedito.

6.- En 1947 organiza la Exposición Nacional de Artes Decorativas en Madrid, dedicada muy especialmente  a la Semana Santa Sevillana.

7.- El 6 de Enero de 1948 edita su primer libro “Semana Santa en Sevilla”, estrenándose así como autor literario.

8.- En 1948, con motivo de conmemorar la toma de Sevilla por Fernando III El Santo, colaboró muy activamente en los actos del VII Centenario de la Marina de Castilla, recibiendo después la Gran Cruz de la Marina Española en reconocimiento por sus esfuerzos.

9.- Nombrado Hermano Mayor Honorario de la Hermandad del Santo Entierro por su labor en la reforma de la Cofradía, tras sus investigaciones históricas.

10.- Interviene y apoya activamente en la construcción de la nueva Basílica de la Macarena

11.- En el año mariano de 1954 pronuncia varias conferencias con ocasión de la coronación canónica de la Virgen de la Amargura, “su” Virgen.
12.- Gracias a las gestiones de Luis Ortiz, se consiguen los permisos de importación de la plata necesaria para la orfebrería del bello paso del Señor de Pasión.
 
 
    


13.- En 1961 colabora intensamente en la construcción del nuevo templo del Gran Poder, para lo que organiza una exposición en el Círculo de Bellas Artes de Madrid

14.- En este mismo año de 1961 se le nombra COFRADE EJEMPLAR DE SEVILLA, en reconocimiento a todos sus esfuerzos, recibiendo así el homenaje de todas las Cofradías de Sevilla
   




15.- En 1962 se le entrega LA MEDALLA DE ORO DE LA CIUDAD DE SEVILLA, concedida por unanimidad por la sesión de pleno del Ayuntamiento.
16.- En 1973 se edita su libro (quizás el más preciado) de “SEVILLA ETERNA”, que obtiene un gran éxito, dada su exquisita elaboración en todos los aspectos.

17.- También elabora un documental en color de NODO sobre la Semana Santa, en particular en los textos y hasta en la dirección artística, lo que impulsa de forma notoria la difusión mundial de la Semana Santa sevillana

18.- D. Luis tuvo otra afición, coleccionar diapositivas de todo, de viajes, de exposiciones, de obras de arte, etc., por lo que no es raro que elaborase también una colección especial de diapositivas de la Semana Santa, que se edita junto con un folleto escrito por él.

19.- El capítulo de distinciones en las Hermandades se concreta en la siguiente lista:

Hermano Mayor Honorario de la Amargura

Hermano Mayor Honorario del Santo Entierro.

Hermano Mayor  Honorario de la Universidad además de fundador de la Hermandad y consiguiendo la cesión del maravilloso Cristo de la Buena Muerte (Juan de Mesa) de la Universidad de Sevilla a la Hermandad de los Estudiantes)

Teniente Hermano Mayor del Gran Poder

Teniente Hermano Mayor del Cachorro.


PUBLICACIONES DE D.LUIS ORTIZ MUÑOZ:

    Autor de la traducción del latín al castellano de la Gramática Castellana Antonio de Nebrija, junto con D. Pascual Galindo. Se les concedió el “Premio Nacional de Letras Francisco Franco”.                                            

Glorias Imperiales. 2 Tomos El Gran Imperio de la Hispanidad. Libro escolar de lecturas históricas. Editorial Magisterio Español. 16 ediciones.                                



Semana Santa de Sevilla                            

Sevilla en Fiestas                                       

Sevilla Eterna                                                                       

Libro X años al servicio de la cultura española, junto con Ibáñez Martín.                                                         

Cristo, su proceso y su muerte                                   

Guía de Sevilla                                                                     

Guía de viaje a Tierra Santa. (Crucero Mediterráneo. Egipto. Tierra Santa. Grecia.            

Pregón Semana Santa en Sevilla. Ed. Magisterio Español. 1945. Sevilla

Los problemas del día en las constituciones extranjeras, textos constitucionales de todos los países. 2 tomos


España en llamas (reportaje)


La libertad de enseñanza (traducción de “libertá della scuola”)


Libro de lectura griega (en colaboración)


Nebrissensis Bíblica (en colaboración)


Gramática Castellana para 1ª enseñanza


Historia de España para 1ª enseñanza


Las armas de la Luz (crónica ilustrada del Evangelio)


La Palabra de Cristo (10 volúmenes, en colaboración con la B.A.C.)


Mare Nostrum I y II


Vida de Cristo


Reliquias de la Pasión (en prensa, 6 volúmenes, premiado por la Fundación March)


Semana Bíblica


… y numerosos artículos periodísticos.





CONDECORACIONES Y HONORES (entre otros):

Premio Nacional “Francisco Franco” de Investigaciones Científicas por su obra “Nebrissensis Bíblica”

Premio Nacional de Letras “Francisco Franco” por la traducción del latín al castellano de la I Gramática Española de Elio Antonio de Nebrija (compartido con Pascual Galindo)

Gran Cruz del Mérito Civil

Gran Cruz de Isabel la Católica

Gran Cruz de Alfonso X El Sabio

Gran Cruz del Mérito Naval

Gran Cruz del Santo Sepulcro de Jerusalén

Gran Cruz de la Instrucción Pública de Portugal

Gran Cruz de la Mebdahia de Marruecos

Gran Cruz de la Orden Imperial del Yugo y las Flechas

Gran Cruz de Carlos I

Gran Cruz de Carlos III

Medalla de Oro de la Ciudad de Sevilla

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OTRAS AFICIONES Y ACTIVIDADES DESTACADAS:
Uno de los Creadores de la “Discoteca Pax” (1950)     
La Discoteca PAX fue fundada por 4 Socios: Propaganda Popular Católica PPC, Luis Ortiz Muñoz, José Rodolfo Boeta y Enrique Thomas de Carranza
Llego a tener casi 800 títulos, siendo una de las primeras editoras de música religiosa de Europa todos de carácter religioso del más diverso carácter; folklore, pastoral música  religiosa, misas  cantos gregorianos, poesía religiosa, fiestas religiosas, de semana santa, villancicos etc.
Exposición Tierra Santa y Caballero de la Orden del Santo Sepulcro; Gran Cruz del Santo Sepulcro
En el año 1954 organiza en Madrid la exposición de " Tierra Santa" teniendo que trabajar duramente y consiguiendo una realización completísima; a modo de ejemplo, se instaló a tamaño natural el Edículo del Santo Sepulcro. El trabajo fue intensísimo coordinando pintores, escultores y otros oficios, diseñando dioramas, etc. Su casa se convirtió durante mucho tiempo en un consultorio de artistas con de bocetos y objetos  por todas partes. En reconocimiento a su extraordinaria labor, Su Santidad le concede la Gran Cruz del Santo Sepulcro y posteriormente es nombrado Caballero del Santo Sepulcro con la categoría de Gran Cruz.
 
A la inauguración de la exposición asiste el propio Franco, de lo que queda constancia en el NODO nº 617 A, que se adjunta a continuación.

Incluso se edita un sello conmemorativo de la exposición, que se celebró en el palacio de exposiciones del Retiro de Madrid.
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D.LUIS ORTIZ MUÑOZ, EL HOMBRE
     A una semblanza siempre le faltará algo si no se terminase con unas pinceladas que describan cómo era el personaje humanamente, su carácter, su forma de ser, aparte del par de apuntes ya mencionados en este sentido.
    Ya lo dice la palabra, semblanza, que debe tener algo que ver con semblante, ¿verdad? La cara será el espejo del alma, pero no llega a mostrarnos todos los recovecos de una determinada personalidad. Vamos por partes:
 En el caso de nuestro D. Luis, he escogido estas dos fotos:                 

El semblante de D. Luis





¿Por qué he escogido estas dos imágenes en primer plano? Pues porque creo que definen varias facetas diferenciadas de su carácter: en la primera, seriedad, determinación, severidad, fuertes y profundas convicciones, rectitud… y a la vez, en la segunda fotografía, se entrevé un aspecto bien distinto: divertido, gran sentido del humor, carácter abierto, excelente conversador, alma de las reuniones (no falta ni el detalle de la flor en la solapa)… pero siempre comedido, nunca extralimitado. La verdad es que no he logrado ver ni una sola foto en la que se esté riendo a carcajadas. Bromista no era, desde luego…


  Hay sin embargo muchas otras facetas de su persona que no son tan inmediatas de vislumbrar.

  Pienso que sobre todo, sobre todo, Luis Ortiz fue un HUMANISTA, en toda la extensión de la palabra. Veamos la definición del diccionario de la Real Academia Española: Persona instruida en letras humanas” Pues sí, encaja perfectamente en esta definición tan breve y concreta. Persona extraordinariamente CULTA y de una CAPACIDAD MEMORÍSTICA extraordinaria y fuera de lo común; me cuenta Carmina que ya en el bachillerato era capaz de soltar de corrido todo el Evangelio de S Juan y encima en latín. No me lo puedo ni imaginar. Efectivamente, desde muy pequeño se formó en la fe cristiana y llegó a sentir verdadera pasión por ella, por la FE, con mayúsculas. Quizás este hecho le valió de mucho en las diferentes infortunadas ocasiones que tuvo que superar, pues sintiendo la fe debe sentirse un agarradero adicional, un salvavidas, que de otra forma le dificultaría la superación. Y además, dícese persona instruida en las Letras, que le va como anillo al dedo, pues ya sabemos que se doctoró en Filología, catedrático de latín y griego, periodista y magnífico y prolífico escritor, incluso haciendo pinitos con la poesía, como hemos visto. ¿Se puede ser más “de letras”? Desde luego, de ciencias no era…no me lo imagino de ingeniero, aunque de arquitecto sí que tuvo que bandeárselas probablemente en ocasión de ser responsable de las obras de la Ciudad Universitaria, como se recordará.

   Pero con esto no basta para lograr todo lo que consiguió; para eso estaba dotado de una gran CAPACIDAD ORGANIZATIVA, poseía un LIDERAZGO NATURAL que le facilitaba sus labores como director y, sobre todo también, una grandísima CAPACIDAD DE TRABAJO, como hemos visto. Ya sabemos que se apañaba bien con tres horas de sueño por noche, pero eso no le quita un ápice de mérito. También era proverbial su impaciencia y su prisa para la consecución de sus proyectos.

   Sin embargo, pienso que una de las primeras cosas a destacar en el carácter de Luis Ortiz es su extremada RECTITUD y los profundos valores morales que la sustentaban; era incorruptible. ¡Qué rara suena hoy en día esta palabra, sobre todo en un político! A modo de inciso, aunque por sus diversos cargos cercanos al gobierno se le tenga que considerar político, la verdad es que no lo era en absoluto. Los políticos destacan por saber manejar la mano izquierda y por saber salir con habilidad de cualquier situación controvertida; D. Luis no, desde luego. Y la imagen actual de los políticos, inocentes por delante y marrulleros por detrás sacando siempre provecho para su pecunio particular, no puede ser más contraria a la forma de ser y proceder de nuestro D. Luis. Un ejemplo: leyendo la multitud de cargos de Luis Ortiz, cualquiera podría pensar que se tenía que haber “forrado”; pues no, una de mis mayores sorpresas fue conocer que su piso en la calle de Conde de Aranda, donde residió con su familia en Madrid, no era ni siquiera de su propiedad. Incluso hoy sigue estando en alquiler, eso sí, de renta antigua.

  ¿Cómo era su faceta de padre y jefe de la familia? Pues antes que nada, le tocó desde mediados de la treintena hacer de padre y de madre a la vez. No creo que se le diera bien hacer de madre; no me lo imagino muy “maternal”, pero sabía conversar y estar con sus hijos, era divertido y ameno con ellos (les instaba a jugar al “bridge”, los llevaba al cine, por ejemplo) y los quería profundamente. Pero eso no es óbice para que, por otra parte, haya sido un padre SEVERO, que quería para sus hijos lo mejor y estaba convencido que “lo mejor” debía ser exactamente lo que tenía en la cabeza, por lo que tenía que “dirigir” y encaminar a sus hijos en la precisa dirección que él quería. Dicho y hecho. Al mayor, Luis, le “persiguió” para hacer de él eso que entonces se llamaba “hombre de provecho” y vaya si lo consiguió: terminó siendo- ¡y en dos ocasiones!- Ministro de Obras Públicas y Urbanismo en el gobierno de Adolfo Suárez y la segunda, en el de Leopoldo Calvo Sotelo. Por cierto, se casó con la hija de nuestro profesor Joaquín García Rúa. La siguiente era Carmina y también decidió que valía para estudiar, así que se encargó de “moldearla”, la mandó para Alemania y fue profesora después en el Ramiro de Maeztu. La pena para los del Ramiro es que aquella profesora tan alta, tan rubia, tan guapa y tan simpática no estuvo mucho tiempo con nosotros, pues su manía por la rectitud impulsó a D Luis a que no pudiera achacársele a Carmina que fuera “la hija del Director” y la despachó al colegio Alemán, donde fue profesora de Lengua y Literatura durante nada menos que 38 años.

   Por la mismísima razón decidió que sus hijos NO estudiasen en el Ramiro, para que no les colgasen el sambenito de “enchufados hijos del Director”, y eso que estaba convencido que la mejor formación la tendrían allí (¡ya se encargaría él de eso!). Pero no, pudo más su afán de rectitud.

   La segunda hija, Maruja, es quien tuvo realmente la oportunidad de pasar más tiempo con su padre y así le pudo atender especialmente en la enfermedad.  Y el último hijo le salió respondón, pues no siguió la tradición familiar de las letras: acabó siendo ingeniero superior industrial… cosa que al principio le costó digerir a nuestro “bien letrado” D. Luis. Probablemente terminó cediendo por el prestigio que en aquellos tiempos teníamos los ingenieros y que de esta forma habría en la primera línea de la familia alguien que complementara y contribuyera en el aspecto cultural de una manera diferente y más variopinta.

  Otra faceta importante del carácter de nuestro D. Luis era su FIDELIDAD. Fiel hasta el tuétano. Fiel e inquebrantable a sus convicciones y a su profunda fe religiosa. En otra acepción de la palabra fiel, aún con la dramática e irremediable situación de su esposa Anisia desde los treinta años, le fue absolutamente fiel todo el resto de su vida. He llegado a pensar que una de las razones de su tremendo empuje y no negarse a aceptar más y más cargos, más y más responsabilidades y sumergirse en el trabajo, pudiera haberse debido a su afán inconsciente de “escapar” de una triste realidad a la que le había llevado el odio entre españoles hermanos y de la que toda la familia fue víctima al final. Aún así, no hubo en él jamás ni un ápice de ansias de venganza o revancha; sabía ser resignado y sentía muy hondo aquello de “perdónales, porque no saben lo que hacen” de su mejor Maestro y Guía.

  Aunque tampoco pueda catalogarle como “persona de fuerte carácter” (recuérdese lo que decía Manuel Mindán de él, que su mayor defecto era “no saber decir nunca que no”),  yo añadiría que eso es verdad, siempre y cuando no estuviese en pugna con sus profundas convicciones e ideales. Ahí siempre se mantendría firme. Y lo demostró, vaya si lo demostró.

  No he hablado de otra faceta de su carácter, de la que estoy seguro que incluso él era ignorante: su GENEROSIDAD. Sólo sabía dar y no sabía lo que era pedir. Si “dar” es la acción subsiguiente a “amar”, resulta que D Luis sentía un profundo amor por los demás, lo que le empujaba a querer para todos lo mejor que él pudiera darles. Ésa era su meta con sus responsabilidades en Educación, por ejemplo. Nunca pensaba en él mismo, ni era tampoco nada presumido,… y eso que tenía “una buena percha”, como dirían las señoras. No le daba importancia a las apariencias, especialmente en el vestir. Otra faceta de esta generosidad era su tolerancia por las debilidades ajenas, lo que hacía que su “severidad” con los alumnos fuera relativamente menor que con sus propios hijos.

MODESTIA Y SENCILLEZ; otras dos claras características suyas.

   Ya no vuelvo a repetir los dos grandes mazazos que sufrió en su vida, el familiar y el de su salud, que le impidieron metas aún más altas. Seguro que no le importó esto último y estoy convencido que hizo todo lo posible por traspasar su experiencia a sus sucesores o a los que precisamente “ascendieron” a donde él debiera haber llegado, generosamente, como era su estilo. No solamente eso, sino que supo digerir las adversidades y hacerles frente, superándolas claramente. Con entusiasmo. Creo que esto es un ejemplo para cualquiera de todos nosotros; cuando te pasa algo que crees que se te ha hundido el mundo alrededor, tu futuro, que aquello ya es irremediable y te dan ganas de quitarte de en medio o sumirte en la desesperación…pues NO. Se puede superar; siempre hay otro camino, quizás no el que tú hubieras querido, pero siempre puede encontrarse oro en los lugares más insospechados. Y eso nos lo ha enseñado nuestro Luis Ortiz.

   No podemos terminar sin saber cuáles eran los grandes amores de Luis Ortiz Muñoz.

     Pues, aparte de su familia, por supuesto, sus tres grandes amores fueron: Sevilla, el Ramiro y los estudios y escritos sobre la vida de Jesucristo. Sobre los dos primeros ya hemos hablado, pero el último es algo más desconocido. Sin embargo, el poco tiempo que le pudiera sobrar a D. Luis lo dedicaba con pasión al estudio de cualquier aspecto de la vida de Jesús. Por eso digo que, pese a su adscripción desde su juventud a los medios católicos, era profundamente CRISTIANO y no tanto un beato católico bajo el pie eclesiástico; nunca “se hizo” del Opus, por ejemplo. También se encontró en múltiples ocasiones en la tesitura de nadar (y conciliar) entre dos aguas y decidir siempre lo mejor para los alumnos siguiendo su propio fino criterio. Posiblemente por esta razón, el Ramiro nunca fue “clasista” en ningún sentido, ni siquiera en el religioso. Creo que soy un ejemplo de ello, valga la casualidad: mi padre no tuvo el menor impedimento para matricularme en el Ramiro, no siendo yo ni español ni católico, y encima con pocos “posibles”, ya que mis padres venían “con lo puesto” escapando de un país que suponían destrozado tras una segunda guerra mundial.

     Si miramos para atrás en toda esta semblanza, creo que es fácil deducir que “todos los del Ramiro” le debemos mucho a D. Luis Ortiz Muñoz, aunque quizás no nos hayamos dado cuenta hasta ahora. Y el propio Ramiro de Maeztu, igual. Espero que esta semblanza sirva también para comprender la clase de persona que era nuestro Director de tantos años y lo que significó.

     Decía Manuel Mindán que Luis Ortiz Muñoz tenía multitud de amigos –aunque algunos desagradecidos- y que no le conocía ningún enemigo. Recordémosle hoy y mantengamos la brillante Memoria de Luis Ortiz Muñoz dentro de su contexto histórico como resulta que siempre ha sido en realidad: un hombre bueno.

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AGRADECIMIENTOS

1º.- A Carmina Ortiz, a quien le pedí una cita para una entrevista que consideraba relevante para la semblanza y va y se me presenta con todo un “dossier” de su padre, fotografías, etc., mucho más de lo que hubiese podido ni soñar. Y encima ya no hizo ni falta la entrevista como tal, pues nos pusimos a hablar distendidamente de su padre y de muchas otras cosas, por lo que los encuentros que hemos tenido han sido de lo más agradables y emotivos. Y gracias también por su fe y confianza en mí para llevar adelante todo esto relacionado con la vida de su insigne progenitor. Creo que esta foto resulta muy representativa, en uno de nuestros encuentros en el Retiro:
 
 
                                 


2º.- A Jose Mª Ortiz, quien me llama sorpresivamente cierto día desde fuera de Madrid para infundirme más ánimos todavía y encima sin conocerme de nada. Y no solamente me dio ánimos, sino que me proporcionó multitud de informaciones complementarias a las de Carmina y anécdotas de su padre. Y por lo mismo que con Carmina, que le agradezco profundamente su confianza en mí.

¡Así da gusto escribir una semblanza!


KS, Septiembre 2013