31 mayo 2016

D.ANTONIO MAGARIÑOS: NO EXISTE EL ESFUERZO INUTIL

 ... por Luis María Muñoz-Cobos (promoción de 1.960)               
        
Catedrático de Latín, Jefe de Estudios del I.N.E. Media Ramiro de Maeztu y ...

 Hace cien años del nacimiento de D. Antonio Magariños. Es enero de 2009 y estamos en el zaguán del Instituto Ramiro de Maeztu, que está lleno de personas; sobre todo antiguos alumnos y profesores actuales del Ramiro. La conmemoración es solemne pero sencilla, como D. Antonio. Inauguramos un busto de bronce que quedará , ya para siempre, sobre una columna no muy alta: como D. Antonio hubiera querido. De mi promoción, algunos compañeros, entre ellos Milé, el único hijo de D. Antonio presente. Mientras se suceden los discursos y se descubre el busto, yo rememoro...
   Recuerdo a una de las personas que mas han influido en mi vida y, desde luego, al profesor mas importante y querido que he tenido. La persona por la que me vino la idea de escribir este libro, mi libro..
    Recuerdo su sencillez, su ejemplo, su entrega hasta el final a una causa: la de sus alumnos; recuerdo su ironía algo triste...su inseparable gabardinilla verde, hasta las rodillas; recuerdo cuando iba a comulgar en el Espíritu Santo, siempre después de sus alumnos y se arrodillaba en el suelo, en un pasillo, lejos de los prebostes del Instituto que se sentaban en los primeros bancos de aquel lujoso templo. ¡Un cristiano de verdad!. Yo , ahora, al leer los Evangelios que entonces desconocía, lo voy descubriendo en distintos personajes...
   Recuerdo su bocina y su silbato para llamar a sus alumnos; recuerdo cuando se agachaba a recoger un papel del suelo y ponerlo en la papelera...¡Que ejemplo!.¡Que sonrojo y que lección para todos!.¡Así estaba el Ramiro de limpio!. Mis recuerdos de un profesor grande: de un maestro.
  Mientras se descubre el busto recuerdo sus clases de Latín. Sus explicaciones intuitivas de las que aun conservo retazos. Yo no he seguido la rama de Letras, pero aprendí latín como algo básico en mi vida; una lengua lógica y , gracias a el, fácil. Un compañero de clase presente en el acto, Juan Manuel Guzmán Hermida, nos cuenta que hizo lenguas clásicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la Complutense; y como vio que el nivel de Latín era inferior al que D. Antonio explicaba en preuniversitario, volvió al Ramiro para atender a sus clases (!).Sólo esto bastaría para calificarle como profesor.
   Recuerdo su "plan checa", que establecía cuando el nivel de la clase bajaba o algunos alumnos flojeaban. Un plan de trabajo intensivo que , después del esfuerzo, agradecíamos. Recuerdo sus "castigos  graduales": sin cine, de seis a nueve y... "por sobre y carta"; ( escribir una carta a los padres). Todo para inculcarnos una disciplina ( que viene del Latín discipulina) que nos diera sentido de responsabilidad.
   Un día, en una clase de Latín de tercer curso( doce años) Don Antonio nos dio una gran lección para la vida: la lección de su vida. Habíamos ido de excursión a San  Lorenzo del Escorial (aquellas memorables excursiones del Ramiro) y nos preguntó cómo lo habíamos pasado y que habíamos visto. Después de nuestras intervenciones se pone de pies y dice con énfasis:
   "-Quizás alguien os haya comentado que el monasterio del Escorial es un esfuerzo inútil; que es demasiado grande, demasiado adusto; y que ¿para qué sirvió tanto trabajo, tanto gasto y tantos desvelos de Felipe II?. Pero ahora yo os digo que no fue un esfuerzo inútil; QUE NO HAY ESFUERZO INÚTIL MAS QUE AQUEL QUE NO SE HACE...que no hay ilusión perdida mas que aquella que nunca se tuvo...que no hay amor sin sentido mas que aquel que no tiene sitio en el corazón."
    (la transcripción no es exacta, naturalmente)
   Yo no comprendí entonces, con doce años, todo el sentido de aquellas palabras, pero mi corazón empezó a abrasarse en mi pecho y sentí que mis mejillas enrojecían .¡Aquello era algo gordo!.Don Antonio quiso darle todo el énfasis que unos chavales podíamos apreciar; nos quiso transmitir algo importante en nuestra formación; nos quiso desvelar algo de su vida. ¡Esto sólo, bastaría para calificarle como persona!.
   Ese día comprendí que Don Antonio era  un profesor muy especial, un alma grande en un cuerpo menudo...
   Mucho después he ido comprendiendo que su vida ha sido así. El continuo esfuerzo, la continua entrega. He comprendido que aquellas palabras eran su modo de ser y de actuar; he comprendido el impulso que dio al baloncesto frente al omnipresente fútbol; he comprendido el esfuerzo de fundar el Estudiantes..el esfuerzo de levantar el instituto nocturno, para que estudiasen trabajadores que no pudieron hacer el bachillerato a su edad...el esfuerzo de mantener limpio el Instituto  de toda suciedad y porquería...EL ESFUERZO...todos los esfuerzos e ilusiones que llevaron al Ramiro a ser el centro de referencia de la enseñanza media en España.
   Y cuando, agotado, murió Don Antonio unos pocos años mas tarde, no tuvo una celebración acorde con su categoría, ni creo que condecoraciones. ¡Para honores y agasajos no hizo Don Antonio ningún esfuerzo! Algunos compañeros me comentaron, años mas tarde que el único esfuerzo que no hizo fue el de enfrentarse a una dirección del Centro que no parecía tener como objetivo principal la vida y formación de sus alumnos. Yo no lo se , no estoy informado; pero si se que tuvo discusiones con algunos jerifaltes y que apoyó contracorriente a "colegas " como el Padre Granda...¡Por algo no lo quisieron hacer director del Instituto!
    Con aquella lección nos mostró Don Antonio un rasgo importante de su vida: su vida fue así. Yo creo que he aprendido aquella lección; ese no regatear esfuerzos- aunque algunos parezcan inútiles- ha sido uno de los motores de mi vida; gracias a el.
    Y gracias también a tantos y tantos profesores del Ramiro que se dejaron la vida en la educación de sus alumnos. Algunos de esos profesores aparecerán en este libro con su propio nombre; otros no. Pero quiero agradecer en esta página dedicada a Don Antonio a todos ellos; dar gracias por todos. Esos profesores( también profesoras, claro) que , en unas circunstancias muy difíciles hicieron de la formación de hombres, del Ramiro, el lema y la pasión de sus vidas. Unos profesores cuyas vidas había destrozado una guerra cruel e injusta; vidas que volvieron a encontrar en el servicio, dejando todo por la enseñanza de sus alumnos, de mi.
   ¡Y aquí estoy! ¡Gracias Don Antonio!
  "Don Antonio, maestro amado: Por vos mi lucha es mi lucha; por vos mi canto es mi canto  " (Adaptación del poema Martín Fierro)
                                                                                                                                          

   P.S. Retomo este papel con motivo de los 50 años de la muerte de D. Antonio. Me sumo al homenaje que le hemos dado el 18 de Mayo de 2016 en el Ramiro. Me sumo a lo que se dijo en el salón de actos, con mayor admiración y gratitud , si cabe.

  

30 mayo 2016

INVESTIGACIÓN SOBRE LOS APARATOS DE PROYECCIÓN DEL TEATRO DEL RAMIRO

... Por Manolo Rincón.

El Teatro del Instituto es una maravilla. Pensado de manera profesional cuenta con espacios para decorados, poleas de tramoyistas y una serie de complementos impensables en 1.940 en muchos teatros profesionales.
Pero hoy os quiero contar una investigación que he realizado sobre la cabina de proyección, situada en el entresuelo, desde donde se visionaban en la pantalla tantas películas que nos amenizaron en los años en que estuvimos en el Centro.
Actualmente la parte superior del teatro sufre un abandono, solo explicable por la falta de medios para poder rehabilitar ese espacio. Allí se encuentra la cabina de proyección, inaccesible por la puerta de entrada que no se puede abrir.
En la entrada al vestíbulo del teatro hay dos proyectores grandes Philips con aspecto de no haber sido usados nunca, aunque han sido despojados de lentes y poleas.
Me propuse investigar el por qué están allí, algo que nadie actualmente sabe en el Instituto. Únicamente Rosa María cree que se colocaron en los años 80 en ese emplazamiento.
Primero decidí saber cómo estaba actualmente la cabina de proyección. Con permiso de la Dirección y con una linterna, subí poniendo una mesa y una silla a un hueco que me permitió acceder al interior de la cabina.
Me encontré con dos aparatos montados para proyectar películas sin interrupción sobre la pantalla. Examinándolos con detalle vi que eran de 35 mm., que en su día tuvieron ópticas Zeiss, hoy desaparecidas y que estaban todos los elementos necesarios para que funcionasen, pero ya muy deteriorados por el paso del tiempo.
Los aparatos son de la marca SUPERSOND, modelo ERNON IV de los que luego hablaré. Tomé fotos y salí de la cabina, dispuesto a recabar más información.
Primero pude descubrir que SUPERSOND era una empresa que comenzó a producir aparatos de proyección sonoros antes de la Guerra Civil, en Barcelona. Su fábrica estaba en Aribau 21 y sus oficinas en Balmes 111. Vi que finalizada la contienda y al ser productor nacional, prácticamente era el único suministrador de equipos de proyección para salas comerciales de toda España. Un gran negocio en aquella época. Como el Teatro debió de quedar terminado hacia 1.945, es casi seguro que se le equipó con la mejor tecnología y se compraron los dos proyectores hacia esta fecha y fueron instalados de tal forma que ahora sería muy difícil sacarlos de su ubicación. Leyendo las Actas Económicas del Instituto de aquellos años no he podido encontrar nada referente a la compra, por lo que esta debió de hacerla el Ministerio directamente, dada la cuantía que debió importar. Si he encontrado sin embargo pagos a SUPERSOND por reparaciones realizadas en los años posteriores.
Estos proyectores son autenticas piezas de museo y me gustaría poder restaurar la cabina con fines pedagógicos, pero esto parece muy difícil de momento.
SUPERSOND ya ha desaparecido, tragada por el cambio a tecnología digital,  pero sus aparatos eran magníficos para aquellos años.





Os ofrezco alguna documentación de la época que prueba que los equipos SUPERSOND eran de lo más avanzado, técnicamente hablando entonces. Fueron presentados en la Exposición Internacional de Berlín de los años 30, ya que trabajaban con tecnología Zeiss.





El equipo nuestro tenía una lámpara de arco eléctrico como sistema de proyección y se encontraba debidamente refrigerado por un complicado sistema de ventilación.
El modelo se ve en la placa que sigue en el proyector:




Por último se puede ver en la foto como están instalados para poder proyectar hacia el patio de butacas.




La cabina se completa con rectificadores, carretes de rebobinado, ventiladores, etc., lo que es visible en parte en la fotografía.
Me intrigaba ahora el saber de donde procedían los dos proyectores Philips de la entrada. Había oído a D. Pedro Dellmans, que se encargó del cine del Instituto, que habían concedido, por parte del Ministerio el Cinemascope al Centro. Esto era en el año 64. Por tanto deduje que esos dos aparatos, capaces de proyectar en ese sistema fueron los que se enviaron para sustituir a los antiguos.
En la foto se puede ver uno de los proyectores Philips de 35 mm y con capacidad para lentes de Cinemascope (desaparecidas).
Son mucho más modernos que los SUPERSOND y se ve al examinarlos que no se han usado nunca, aun cuando les falten elementos.





Sin embargo dado su gran tamaño, debieron de aparecer problemas técnicos para instalarlos en la cabina y no se pudo hacer el cambio.
Rosa María me informó que hubo otra sala de proyección, con cabina en el Aula Cero, por lo que llegué a la conclusión de que al no poder instalar los proyectores en el sitio originalmente pensado, se hizo una sala de proyección con ellos en el Aula Cero. Esto debió suceder a finales de los años 60 y la sala existió hasta los 80, cuando se convirtió el espacio en aulas, desapareciendo la sala de proyección y quedando como recuerdo los proyectores donde se encuentran actualmente.
Hay esta vez una referencia en las actas económicas del coste de estos equipos, que se elevan a unas 400 mil pesetas en el año 1.966 y que se pagaron por el Instituto en varios plazos, solicitando un crédito al Ministerio para afrontar los pagos.
La sala de proyección paralela debió de construirse en el año 67 y funcionó hasta el 87 aproximadamente.
Por tanto queda todo explicado y documentado.
Sería bonito poder restaurar la cabina original y tener los proyectores Philips en un sitio más resguardado, pero como dio no es de momento posible contemplar tales hipótesis. Los equipos yo pienso que continuarán aún mucho tiempo en sus emplazamientos actuales.
Para detalles complementarios, si os interesan, tenéis más información en nuestro libro “Tecnología rescatada en el IES Ramiro de Maeztu”.





29 mayo 2016

VIDEO DEL ACTO DE DON ANTONIO

...por Vicente Ramos

Si deseas verlo ampliado pulsa en el recuadro de abajo a la derecha y se visiona a pantalla completa.






24 mayo 2016

ELOGIO DE DON ANTONIO MAGARIÑOS

...por Antón Capitel

ANTONIO MAGARIÑOS GARCÍA era madrileño. Había nacido en Madrid en 1907 y murió en 1966, también en Madrid. No soy capaz ahora de hacer memoria de su muerte, que sin duda tuve que conocer en su momento y considerar  como una verdadera desgracia, pues tenía tan sólo 59 años. Ya estaba fuera del Ramiro y he de confesar que no me acuerdo.
Había estado en el Seminario, que dejó para estudiar Filosofía y Letras en la Universidad Central. Fue luego profesor de Historia del Castellano en la Universidad de Salamanca, profesor más tarde del Instituto de Granada, y en 1935 ganó la cátedra de Latín de Enseñanza Media, cuya plaza sentó, para fortuna de todos, en el Instituto Escuela, como ocurrió también con Jaime Oliver Asín y con Juana Álvarez-Prida, aunque esta última no tenía el grado de catedrática.
Parece ser que, en Salamanca, el titular de la cátedra de Historia del Castellano era Miguel de Unamuno, que fue así el jefe de don Antonio. No es una mala coincidencia, desde luego; es, por el contrario, bastante afortunada. Unamuno era considerado entonces como uno de los intelectuales más importantes de España, sino el que más. Pero puede recordarse (y supongo que es verdad, lo leí alguna vez) que cuando Unamuno se presentó a la cátedra de griego en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Salamanca, muy joven, y en la que tuvo un contrincante, cuando acabó la oposición, el presidente del tribunal dijo algo así: “El tribunal ha de señalar que, en realidad, ninguno de los dos opositores sabe griego, pero cabe esperar que el Sr. Unamuno lo aprenda en el futuro. “ Y le dieron la cátedra. No es de extrañar, pues, que en tiempos de don Antonio don Miguel fuera el titular de “Historia del castellano”, disciplina que conocería sin duda mucho mejor que el griego, según esta anécdota, y a pesar de ser vasco.
Unamuno había dado alguna conferencia en la Residencia de Estudiantes, y fue desterrado a Canarias por enfrentarse a la dictadura de Primo de Rivera, y de allí se fugó a París, donde mi padre, que había sido residente, estudiaba ingeniería becado por la Junta de Ampliación de Estudios. Tuvo la fortuna de tratarle algo en la capital de Francia, y de testimoniar que fue allí muy admirado entre artistas e intelectuales, tanto españoles como europeos. Unamuno fue luego republicano y diputado, pero acabó renegando de la República por lo que le parecieron sus excesos. Luego, ya iniciada la guerra, renegó también del Alzamiento, después del conocido incidente con Millán Astray en la Universidad de Salamanca. Murió en una especie de arresto domiciliario, casi en la cárcel, en la que, muy probablemente, también hubiera ingresado si le hubiera tocado la zona republicana. Pues era uno de los representantes de lo que se ha llamado modernamente “la tercera España”, la de los que se quedaron en el medio, o en ninguna parte. Pues parece que en aquellos tiempos, tan presentes todavía en tantos aspectos, hubo en realidad tres Españas y no sólo dos.
¿Qué hizo don Antonio en la guerra civil? No lo sabemos, o al menos, yo no lo sé. Después de la guerra, y ya en la europea, hay ese episodio del informe sobre el régimen nazi, testimoniado por su propio escrito, pero que habrá que poner entre paréntesis y considerarlo, simplemente, como una cosa propia de la época. Demuestra que don Antonio no era perfecto como nadie lo es, y que era un hombre de su tiempo; y quizá con eso, con ese rasgo de humanidad,  debiéramos conformarnos. 
Cuando mi familia se mudó a Madrid, mi padre, que había nacido en 1904, que era por tanto coetáneo de don Antonio y que había pertenecido a la Residencia de Estudiantes, fue a ver a Magariños, al enterarse de que había sido catedrático del Instituto Escuela, para pedirle plaza para mí, entrevista que debió de resultar fructífera, pues entré en el curso de ingreso en la escuela Preparatoria en octubre de 1956. Allí en un solo año fui cambiando sucesivamente de clase y tuve a los profesores Qurirós,  Moneo, Corral y Muñoz Cobo.
Como don Antonio, mi padre pertenecía a la generación partida por la guerra civil y, de hecho, pasó de ser republicano a franquista, nunca llegué a saber bien del todo si de corazón o doblegado y resignado por la realidad. Don Antonio, que empezó queriendo ser cura y que era tan católico, parece ser por ello que estaría probablemente algo más desviado ya hacia lo que luego fue el franquismo. Fundado el Instituto Nacional “Ramiro de Maeztu” como intento franquista de emular la enseñanza republicana, y, muy concretamente, apoderándose  y transformando el Instituto Escuela (que había sido ya  el Instituto modelo oficial, pero montado por la Institución Libre de Enseñanza),  Magariños fue nombrado Jefe de Estudios ya en 1939. Una jefatura que se parecía al cargo de “prefecto” en los colegios de Jesuitas. O sea, encargados en principio de la ordenación de los estudios, pero dedicados también, incluso sobre todo, al mantenimiento de la disciplina, ello al menos en lo que hace a la imagen que se daba frente a los alumnos.
Porque nosotros creíamos, pues es lo que veíamos, que el Jefe de Estudios era como el “sheriff” del Instituto, el que guardaba el orden público. Ignoro por qué esta obligación se había añadido a la de Jefe de Estudios, cuya misión importante es la de ordenar la enseñanza, como su propio nombre indica. Don Antonio tenía, sin duda, que organizar la división del Instituto en cursos y en clases, acordar con los catedráticos la asignación de los diversos profesores, organizar el horario y el calendario, etc., etc… Además, llevaba el orden, lo que hizo con gran éxito y habilidad. ¡Vaya chollo que tuvieron con él! Y con su vocación, eficiencia y habilidad. Así se explica que le mantuvieran durante tanto tiempo.
Pero a don Antonio, utilizado por sus compañeros como Jefe de Estudios durante nada menos que 20 años, nunca le fue ofrecida la dirección, como hubiera sido lógico. ¿Cómo fue posible esto? Luis Ortiz Muñoz detentaba ese cargo incluso durante los muchos años que estuvo enfermo. Ni siquiera le sustituyó Alvira, convertido en sempiterno subdirector, pero a mi entender debería haberle sustituido don Antonio, y que esto no se hiciera me parece un grave fallo del Instituto, explicable muy probablemente por el franquismo, y por la lucha de fuerzas dentro de él. Ortiz Muñoz, a pesar de su aspecto personal de moderación, debía de ser un franquista duro, hombre de confianza del régimen, y del que no se quería prescindir como garante del control político y del equilibrio de las citadas fuerzas, tan importante para el dictador. Quizá. O acaso se trataba tan sólo de que era un franquista importante a quien no se quería ofender con la sustitución.
Pero don Antonio se convirtió, paradójicamente, en la representación misma del Instituto. Y no sólo por haber sido también el director del internado Hispano-Marroquí, el fundador del Estudiantes y del Instituto nocturno. Lo llevaba todo, como puede verse. Igualmente y sobre todo  porque desde su cargo de Jefe de Estudios supo mantener una absoluta disciplina estudiantil sin convertirse en un déspota, sin representar la tiranía.
Todo lo contrario: don Antonio era para nosotros –creo o yo; o, al menos, para una buena parte de nosotros-  la imagen del orden y del buen comportamiento, y era duro y exigente, y hasta temido, podríamos decir, pero no odiado ni despreciado. Pues era también la imagen de la justicia y del buen sentido. Fue admirado y querido. Era una figura paterna, exigente, pero justo. Tenía carisma. Con su siempre correcta y discreta vestimenta, su cabello ondulado y gris, sus bigotes también grises y sus gafas ligeras, era refinado y elegante, bien parecido, una verdadera figura de gentleman, aunque semejara siempre más edad de la que verdaderamente tenía. Su aparición imponía. Con su megáfono plateado, el minuto de su reloj para callarnos antes de que se acabara, nunca se cumplió, como todos sabemos. Antes de transcurrir, se hacía siempre el completo silencio, era una costumbre. No había tensión ni violencia en aquel asunto: don Antonio nos daba un minuto para callar y lo hacíamos. No había problema, era un inteligente convenio que él había establecido, y uno de los ingeniosos trucos que ideó para imponer el orden sin violencia. (Tenía otros. Recordemos cuando al subir en tropel los días de lluvia desde el patio de columnas, se ponía en medio con los brazos en cruz para que se subiera en dos filas y con la prohibición de tocarle. O cuando desalojaba este Salón de Actos por clases, empezando por 1º A.)  
Por eso nunca supimos cual era el castigo que, de no callar después de trascurrido, nos  hubiera caído. Cuando sus imitadores quisieron emularle, una vez que él faltó, no supieron qué hacer cuando vieron que el minuto transcurría sin lograr el silencio. En nuestra época, que vivió su enfermedad y su desaparición como Jefe de estudios, ya con mi promoción en el bachiller superior, el Ramiro se sumió en un cierto caos, que nadie supo eliminar del todo. Recuerdo el cambio que su cese supuso y como la aparición de inspectores de carácter represivo sublevaba especialmente a don Jaime Oliver. La desaparición de don Antonio no fue suplida por nadie, y ello a pesar de la dulzura y bonhomía de don Guillermo García Sauco, nuevo catedrático de Dibujo, a quien le endilgaron la Jefatura de Estudios, pero que no tenía ni carácter ni habilidad ni la suficiente imprudencia para imitar a don Antonio.
Don Antonio había sido un líder, probablemente sin pretenderlo. Un líder paternal de aquella masa de chicos revoltosos, a los que sabía ordenar y hasta dominar, y a los que sin ninguna duda quería y con los que disfrutaba. Pues ese papel, el  de líder paternal, probablemente le gustara bastante, le agradara, me parece a mí. Si no, no hubiera sido tan eficiente y habilidoso; y de ahí, creo yo, que durara tanto en el cargo, que lo llevara con satisfacción, y que sus compañeros tuvieran así, con él, tan tremendo chollo como tuvieron.
En latín los de mi clase tuvimos a don Agustín González Brañas, en tercero, profesor Adjunto y admirador de don Antonio, y a quien recuerdo más intencionado que eficiente; y luego a don Julián Gimeno, en cuarto, que a mí me parecía muy bueno, y que me dio matrícula –yo quedé muy sorprendido acerca de mí mismo al contemplarme como bueno en latín, cosa que nunca había esperado, traduciendo a César-. Y cuando un buen día, ya en quinto curso, me encontré a Gimeno por un pasillo, me dijo “Bueno, Capitel, estará usted en letras, ¿no?.” Y yo tuve que decirle,  “Pues no, señor Gimeno, estoy en ciencias.” “Pero bueno, pero bueno, ¿y cómo es eso?”. “Es que quiero estudiar arquitectura.”. “Ah, bueno, bueno, si es así le perdono.”  La carrera de arquitectura siempre les ha caído bastante bien a la gente de letras. Y resulta lógico, ya que nosotros, los arquitectos, somos, en realidad, los ingenieros de letras. Pues sabemos matemáticas y sabemos latín.
Pero cuento esto porque el caso es que yo no fui nunca alumno de don Antonio, que daba clase de latín en quinto curso sólo a la mitad de la mía, que eran los de letras. Nuestra clase estaba partida en dos. Y lo sentí, porque se adivinaba en él a un gran profesor, como mis compañeros de letras me confirmaron. Me tuve que quedar tan sólo con aquella imagen de elegancia, de rigor y de bonhomía, de exigencia y de justicia, que tan adecuadamente representaba. Era para nosotros el alma misma del Ramiro.
Le respetábamos y le temíamos, pero también le admirábamos y le queríamos un poco, a pesar de ser la imagen de la disciplina. Al menos, yo.
Descanse en paz. Y hagámosle todavía otra placa, un monumento, o algo. Algo grande. Representemos al menos, aunque sea modestamente, esta celebración de su cincuentenario.  Se lo merecía con creces. El Instituto no le pagó en su día lo suficiente, ni en dinero, ni en ninguna otra cosa. Pues era uno de esos héroes de la administración pública que a veces, y por fortuna, hay en España.   
 Nada más, muchas gracias.

Antón Capitel

 Mayo de 2016

21 mayo 2016

FOTOS DEL ACTO DEL 18 DE MAYO DE 2.016

En el siguiente enlace encontrareis todas las fotos realizadas por Kurt  http://ramiro53-64.blogspot.com.es/p/especial-fotos-del-acto-del.html, o bien pinchando en la pestaña de cabecera ESPECIAL FOTOS DEL CINCUENTENARIO DE DON ANTONIO MAGARIÑOS

HOMENAJE A DON ANTONIO MAGARIÑOS

...por Francisco Villarín

Siempre me he preguntado si la familia de don Antonio albergaría celos de las obras a las que dedicaba su tiempo y sobre todo por su total entrega a las mismas, y lo hago desde mi condición de beneficiario de una de sus predilectas: el Nocturno. Y también siempre me respondo negativamente, con la certeza de que a sus hijos les inculcaría los valores que el irradiaba, como la generosidad, el respeto y amor por los demás, el espíritu de sacrificio, y todos aquellos que muchos tuvimos la suerte de poder constatar por las diversas vinculaciones personales.



Conocí a don Antonio como presidente del Tribunal que habría de juzgarme para el Ingreso en el Nocturno en septiembre de 1956, a mis quince años, cuando llevaba más de uno de actividad laboral, con la esperanza de acceder al Bachillerato, en una inédita oportunidad que se ofrecía  a quienes trabajaban. El encontrarme admitido y con la condición de alumno oficial de primer curso, me permitió desde mi ensoñación adolescente vislumbrar la posibilidad de que algún día podría llegar a la Universidad.
Los nuevos grupos de alumnos, de heterogénea edad,  comenzaron a inundar sus aulas y dar vida al Instituto en jornadas de tarde y noche. Pronto  se pudo constatar la omnipresencia de D. Antonio, el aprecio y admiración que le suscitábamos por nuestra dual condición de trabajadores y estudiantes, que nos abrumaba,  junto a la recomendación y exigencia por la labor bien hecha, y con la disponibilidad y la ayuda que precisáramos. Esta preocupación e interés sinceros hizo que pronto se granjeara el respeto y consideración de todos, a quien teníamos como un referente a seguir.
También tenía una gran preocupación por el prestigio académico del Nocturno, en que no se degradara y no se convirtiera en una Academia de enseñanza libre, lugar que aconsejaba para los que pretendían quemar etapas y realizar más de un curso en un año. Y esta constante exigencia, la complementó apoyando diversas actividades extraescolares para  ampliar nuestra formación, a pesar de nuestras limitaciones de tiempo, en algunas de las cuales se alcanzaron altos niveles. Así, promovió la existencia de un equipo de baloncesto, apoyó el funcionamiento de un teatro de ensayo, alentó la existencia de tertulias literarias,  de un coro, de un cine club, y la edición de publicaciones y otras actividades más.
Pero en un momento, sobre el Nocturno planeó la sombra de una nueva política educativa, derivada de un cambio ministerial con algunos signos preocupantes, como la desaparición del latín,  compensado con el  incremento del dibujo lineal, en un evidente propósito de reconducir este flujo de alumnado hacia carreras técnicas de grado medio limitando el alcance del Centro al nivel Elemental, convirtiéndose así en un remedo de Instituto Laboral y dificultando el acceso directo a estudios superiores.
Ante esta situación alarmante, sobre todo para los que aspirábamos a llegar a la Universidad, especialmente en el  área de Letras,   D. Antonio se convirtió en nuestro  más firme valedor realizando infinitas gestiones a todos los niveles, logrando, indudablemente por su prestigio personal,  que se autorizara el acceso al Bachillerato Superior, condicionado a que se obtuviera un número mínimo de alumnos, con lo que, por su intervención, se consiguió abrir el camino hacia la meta soñada de los estudios superiores.
Superado este escollo para llegar a la Universidad, que ya se vislumbraba, veíamos las dificultades para encontrar Centros Superiores que hicieran factible el estudio con el trabajo, como acontecía en el Instituto. En esto como en todo D. Antonio fue nuestro paladín incansable para lograr la Enseñanza Universitaria Nocturna, cuyos fundamentos plasmó en un documento publicado en la Revista de Enseñanza Media.
No creo que las generaciones actuales, que felizmente gozan de una situación general más favorable, con un sistema educativo no discriminatorio y un factible acceso a la Universidad, libres también del largo secuestro temporal a que estábamos abocados por el servicio militar,  alcancen a  comprender las dificultades que tuvimos los pioneros del Nocturno, aunque afortunadamente siempre contamos con el aliento y apoyo de D. Antonio.
En la memoria de muchos está el recuerdo de un gran profesor, de un hombre excepcional y altruista, que se desvivió por ayudar en una labor social y educativa, de una manera efectiva y pragmática, y alejado de cantos de sirena demagógicos y falsos paternalismos.
Desde mi condición de antiguo alumno del Nocturno, con la satisfacción de haber logrado gran parte de los propósitos que me llevaron a él, quiero rendir homenaje a D. Antonio, quien influyó positivamente en mi vida y exteriorizar mi agradecimiento.



        



DICEN QUE SE HA MUERTO GARIBALDI

...por Miguel Angel Bufalá

-Me he permitido la licencia de estar acompañado por este esqueleto con el que


quiero representar el que ahora en taller de reparacion sacaban los alumnos  y seguidores de los primeros años de la historia de nuestro equipo acudían a os partidos animando con el famoso grito de guerra de “DICEN QUE SE HA MUERTO GARIBALDI”. También presente en los partidos de profesores alumnos. Esqueleto que posiblemente me atemorizo cuando a los cuatro años mis hermanos mayores me llevaron a ver mi primer partido del Estudiantes.
-D. Antonio Magariños (me resulta imposible no citarle con el Don por delante) y Estudiantes forman un “binomio” indisoluble al compartir el mismo ADN.
-En estos días e incluso por las personas que me han precedido, se han dicho muchas cosas de este fantástico personaje con motivo de la conmemoración del cincuentenario de su fallecimiento, destacando especialmente a lo largo de su vida por su actividad educativa y no solo en su vertiente docente con investigación y enseñanza de Latin y Griego, sino con algo intangible como fue el formar en educación y comportamiento a muchachos y jóvenes tanto a nivel individual como colectivo en unas edades en las que lo aprendido marcara en gran parte nuestra forma de ser en la madurez. Yo no disfrute de sus enseñanzas directamente en latín y griego por no estar en los cursos en que las impartía y por pertenecer a los denominados grupos de ciencias y ademas reconozco no haber sabido valorar entonces, la importante aportación para nuestra formación integral que nos da su conocimiento. Pero si me ayudo a comprender (con cierto grado de rebeldía propia de la edad) la necesidad de las normas para un mejor orden de la comunidad, con su ejercicio como “jefe de estudios”, controlando mas de 1.500 muchachos con un megáfono, un silbato, mirando un reloj o mandando una carta a la familia avisando de vacaciones forzosas por 3 días para el indisciplinado. Realmente eran otros tiempos ” in ello tempore" el criterio de aquellas familias, distinto al de las actuales.
-La aceptación a esta conducta de D. Antonio me hace recordar los aplausos por mas de 20 minutos de este recinto, lleno de alumnos, cuando terminaron sus palabras de agradecimiento a la entrega del “silbato de oro” concedido por los alumnos mayores.   
-Garibaldi nace en Niza (entonces italiana) en 1807 para ser uno de los principales líderes y artífices de la Unificación de Italia, junto con el rey de Cerdeña Víctor Manuel II y con la ayuda músical de Verdi. D. Antonio lo hace 100 años después y a sus 40 años funda el Club Estudiantes, para alumnos que con cierto talante rebelde deseaban practicar algo diferente al futbol y con la ayuda de otros profesores, de padres de jugadores y solicitando la colaboración del ministerio, para ir acondicionando los campos de tierra a alquitrán, colocación fija de canastas (antes las transportaban los jugadores), viajes, arbitrajes, etc. Desde entonces la identificación de Estudiantes con el Colegio-instituto Ramiro de Maeztu es total.
-Desde su nacimiento en 1947 (año especial para mi por ser el de mi nacimiento y para el mundo por la aparición de la Vespa y darse al parecer la mejor cosecha de champan del siglo pasado), este Club ha intentado mantener algo que hoy parece en crisis, como es el caracterizarse por determinados principios y valores, todos positivos, naturales y sencillos como pueden ser la amistad y compañerismo, el trabajo en equipo, el dar mérito al esfuerzo, el respeto al contrario, a los técnicos en su función educadora, a los árbitros, acompañantes de otros equipos, etc. A Saber ganar y perder, todo ello para mejorar de forma global, es decir, técnica y humanamente. Esto es lo que nosotros en Estudiantes creemos que es CRECER.
-Si hoy tenemos con la camiseta de Estudiantes y con apellidos de patrocinadores que ejercen mas de forma altruista como mecenas que con propósitos de retorno publicitario, a mas de 1.000 personas, participando de esta forma de ser, con equipos masculinos y femeninos, con capacidades distintas (psíquicas y motoras), como afectados del síndrome de Down, en silla de ruedas, etc. y de forma inclusiva es decir, con las mismas obligaciones y derechos para todos y si reconocemos que estamos donde estamos a pesar de las dificultades económicas, con el fenómeno del montón de arena (derrumbes al llegar a cierta altura pero ampliación de la base) y a pesar del descontento de algunos aficionados que futbolizados solo valoran los resultados deportivos, los logros, si los hay  se deben a la enorme cantidad de personas que de forma desinteresada han trabajado para seguir el camino de una persona con un comportamiento vital ejemplar como fue D.Antonio, destacado en  representación de todos ello a los posteriores presidentes (J. Hermida, A. Lopez, P. Dellmans, J. Moneo, A. Gonzalez-Varona, J.F. Garcia, F. Bermudez, J.Tejedor y el actual F.Galindo), a gestores como mi hermano Jose Pedro y Fernando Bernal fallecidos o el muy saludable actualmente Fernando Martinez Arroyo, junto a los también ya ausentes Manolo Cabido, Petra, Satur, Pedro de la cantina y el mayor seguidor de la cantera, Fernando Calvo y repito junto a otros muchos “voluntarios”.
-D.Antonio demostró una excepcional visión de futuro como demuestran sus vaticinios de crecimiento del Club (hay documentación), la integración con otras culturas y religiones como el practico al frente del internado Hispano-Marroquí y muy especialmente al Crear y dirigir los estudios nocturnos para personas que por sus condiciones económicas no podían estudiar el bachillerato, con lo que esto represento en algo hoy asumido como normal en nuestra sociedad como es la perseguida igualdad de oportunidades de todos los ciudadanos de este país.
-Por todo esto dicen y es posible que se ha muerto Garibaldi pero el estilo y el espíritu de D. Antonio debería estar cada día mas vivo y presente en nosotros y especialmente en nuestro ESTUDIANTES.













ANTONIO MAGARIÑOS

...por Juan Manuel Magariños Ramón   


Hace medio siglo de aquel día. Estaba fuera, me localizaron, recorrí media Europa y lo encontré muerto. Nunca he llorado así.
Hace cincuenta años. Él vivió pocos más. Somos una familia de muerte fácil. Sólo dos hermanos de los siete que éramos, hemos llegado a los setenta años. Ninguno de nosotros conoció a sus abuelos, ni ninguno de sus nietos le conoció a él.


Antonio Magariños fue un profundo creyente, pero su ética era laica; él insistía en ello, quizá, entre otras razones, para distanciarse de aquel negro nacional-catolicismo, de tantos curas que, en expresión suya, no creían en dios.
Releyendo lo que hay escrito sobre su memoria en internet, entre una mayoría de cosas ciertas y halagadoras, aún pesan una serie de afirmaciones espúreas. Lo peor de todo parte del intento de apropiarse de su figura por una fundación llamada Francisco Franco. En su página Webb se afirma que Antonio Magariños militó en una FET y en unas JONS, lo que es absolutamente falso; como también lo es que estuviera en la cárcel y que en ella hubiera conocido a líderes de la ultraderecha como R. Ledesma y R. de Maeztu.  Así mismo es falsa  la afirmación de que viajó por diversos países latinoamericanos divulgando pedagogía alguna.
Lo que sí es verdad es que estuvo en 1940 en Alemania con una delegación del Ministerio de Educación Nacional, lo que ha dado pie a interpretaciones mal intencionadas.
Una de las razones de que lo enviaran en esa comisión oficial, pudo ser el hecho de que era uno de los catedráticos más jóvenes y brillantes del país. También estaba su conocimiento del alemán, que aprendió por su cuenta porque era la lengua de la mejor bibliografía sobre los clásicos griegos y latinos y en la que escribió Goethe su Fausto y Hölderlin sus poemas, por los que tanta debilidad sentía. Por último, quizá lo enviaran porque pensaban que tenía “que hacerse perdonar” su pasado reciente en el Instituto Escuela. De hecho, los principios pedagógicos de la Institución Libre de Enseñanza estuvieron siempre presentes en él, incluso años después, al enviar a sus dos hijas y un hijo al colegio Estudio,  heredero de la tradición institucionista.
Se conserva todavía un pequeño cuaderno, una especie de diario íntimo, que escribió durante esa estancia en Alemania para su entonces novia, Pilar Ramón, la que después fue la madre de sus siete hijos. En dicho diario, entre múltiples declaraciones de amor, hay juicios muy duros sobre la Alemania nazi y su política educativa. En él describe, literalmente:
“…Una noche odiosa e infernal pasada entre borrachos: los directivos de la enseñanza del Partido… ¡Qué asco!... es un pueblo bárbaro o por lo menos, el partido que lo dirige. En tales manos se haya la educación en Alemania…”
Recuerdo cómo hablaba sobre lo que supuso la victoria franquista, que le hizo plantearse qué podía hacer él para ayudar a la parte más viva y con más capacidad  de cambio de aquella sociedad, los jóvenes. Y a ello dedicó su vida, incluso renunciando a un futuro de investigador ya iniciado.


Es bastante asombroso que se conserve viva la memoria de alguien muerto hace cincuenta años, cuando las razones de su persistencia no son ni actos heroicos, ni espectaculares famas literarias, artísticas, deportivas o similares, sino a una labor delicada, cotidiana e interpersonal. Una memoria a la vez frágil y sólida, como el propio Antonio Magariños. Un hombre que huyó siempre de toda clase de glorias, fastos y oropeles y de quien estoy orgulloso de ser hijo.

19 mayo 2016

SOBRE DON ANTONIO MAGARIÑOS


...por Gustavo José Monge, Ldo. Filología Inglesa



Cuarenta años en la misma urbanización y nos acabamos de enterar por pura casualidad charlando que los dos hemos sido alumnos de don Antonio Magariños. Hablo de mi vecino de Tirma, el veterano Hilario Horcajada, que me ha devuelto en sus conversaciones y con los blogs adecuados al Ramiro de Maeztu. El 4 de abril hace ya 50 años murió don Antonio Magariños. Sus más atentos alumnos se han preocupado de hacerle un homenaje en el cementerio de la Almudena que ni siquiera la lluvia ha podido deslucir, como nos cuenta Manolo Rincón en una sencilla crónica con fotos, recordando el “Gratiam tuam quaesumus, Domine” que tantas veces rezáramos con don Antonio. Me siento apesadumbrado con el malestar del que en los momentos importantes anda a peras y hago el propósito de intentar sacar a la luz los recuerdos de 5º, 6º y Preu, entre los años 1958-1961, tres años de clase diaria de latín con don Antonio. Y si para ilustrar lo que digo tengo que hablar de mi mismo, también a mí me gustaría hacerlo con modestia, como don Antonio nos decía de su admirado Plutarco.


Empezaré diciendo que su hijo José Javier me dedicó “Desarrollo de la idea de Roma en su siglo de oro” en nombre del señor que ha hecho este libro, lo dedico para honra de las letras a mi querido amigo Gustavo “pa” que se empape. José Javier. Él me consideraba un buen estudiante de su padre y yo envidiaba sus versos leves como el aire escritos en un pico de papel. No me encajaba, metidos en filosofías, su atrevimiento al repetir lo de “mierda para Santo Tomás” del comentarista ya un poco harto de tantas citas tomistas. Cuando me casé Javier vino a mi boda en el hotel Victoria de la plaza de Santa Ana y me regaló un despertador que aún conservo.


También diré que en la visita que hicimos Joaquín María de la Infiesta y un servidor a don Antonio en su casa del Hispano Marroquí allá por el año 63, al enterarse que yo estaba estudiando Derecho me echó con un “vete de aquí” que me quedó grabado en la mente en forma de bigotes, gafas y dedo expulsándome del paraíso de mis sueños juveniles. Le prometí entonces humildemente que haría Filosofía. Efectivamente pasé los comunes sin asistir a las clases de Mariner “con las rentas del latín aprendido con don Antonio”. Pero también le volví a fallar al escoger especialidad. El latín dejaba de tener porvenir; ahora las expectativas estaban en el inglés y allá que me fui a Filología inglesa y a Inglaterra junto a otros 40 españolitos con becas del British Council a enseñar español, en mi caso a Chesterfield Grammar School un martes 31 de agosto del año 65. ¡Qué visión tan acertada de las autoridades académicas! ¡Gracias profesora Martín Gamero!


Recordaré aquella reunión en la escuela normal de Magisterio de Fomento de Centros de Enseñanza el curso 94-95 en que conspicuos profesores ingleses nos pedían a los profesores de inglés que analizáramos sintácticamente una oración. Siguiendo aquello tan sencillo de buscar el verbo, sujeto y complementos que tantas veces nos repitiera don Antonio, dejé al profesorado de la Escuela en muy buen lugar. Estaban introduciendo el COLLINS COBUILD by Dave Willis que seguía en gramática muy de cerca las pautas clásicas latinas.


Sólo en dos anécdotas recordaré su faceta de jefe de estudios. Una me la contaba nuestro amigo Hilario paseando por la avenida de Santiago de Compostela: Miraba don Antonio un día desde las cristaleras de los pisos altos a varios estudiantes jugando a las cartas en el patio y al verles sacar las navajas, comenta: "En algo estoy fallando". Parece ser que esta fue la raíz que le llevó a tomar la decisión de cambiar el fútbol por un baloncesto más participativo en el Ramiro. En la segunda vemos esa agilidad de don Antonio para contestar con ideas útiles al alumno avispado. Me la cuenta por Skype Juan Carlos Monge: “Era el año 61 y sonaban aires navideños. Decididos a irnos de pellas seis compañeros de clase bajábamos ya la cuesta del Museo de Ciencias por la puerta de alambrada del lateral de “la Nevera” cuando nos encontramos a la persona que menos hubiéramos querido encontrarnos. Va..va..vamos a ver Velázquez y lo velazqueño… al Casón del Buen Retiro. Sin inmutarse don Antonio les contesta: muy buena idea, me traéis por escrito una crónica de lo visto. Y así empezó mi pequeña afición al arte”, termina mi hermano Carolo, ahora sacerdote del Opus Dei en la República Dominicana.


No hablaré del temido "sobre y carta", ni del pitido para formar delante de la estatua del caudillo, ni de las gafas de carey ó metálicas -creo que usó los dos tipos-, ni de su apodo de "traganiños" que llevaba con dignidad, ni de su corazón-patata que no le permitía ver en directo los partidos del Estudiantes y que a veces intentaba dejarle mal delante de los alumnos. Estos y otros recuerdos los podemos encontrar en internet, en los blogs del Ramiro y del Estudiantes, en los libros sobre el Instituto del padre Mindán y de don Tomás Alvira y también en el número especial de DÉCADA de octubre 1966 dedicado a la memoria de D. Antonio Magariños, que Juan Cabello por medio de Hilario ha tenido la amabilidad de enviarme. Este número especial, recoge artículos escritos por personas que estuvimos muy cerca de él como Miguel Balbás, D. Luis Ortiz, Francisco Torrent, Alfonso Albalá, Emilio García Ruiz, Aurelio Verde, Miguel Sáez de Pipaón y un servidor con José Javier como director y Nicolás Pérez Serrano como jefe de redacción. Dejaré también a un lado el romance “En junio del 2011” con recuerdos de alumnos y profesores que escribí en el 50 aniversario de la salida del Ramiro de la promoción que acabamos en 1961, y la carta con foto de los compañeros en el 2007 en la Residencia de Estudiantes.


Hoy ya en el 2016, con más de medio siglo de por medio, como alumno que gozó el latín como nadie, con la ventaja de la perspectiva y ayudado por las frases que él mismo escogió en su “Sinopsis de oraciones latinas”, intentaré hablar de don Antonio Magariños ciñéndome a dos puntos: mi valoración del profesor y sus finales de clase. Con la esperanza que mi esfuerzo ayude a mantener su memoria viva, una idea muy de los clásicos, tampoco quiero yo contar hechos "embellecidos por ficciones poéticas más que cimentados en documentos auténticos" como Tito Livio advertía que le podía ocurrir al escribir sobre La fundación de Roma que durante un año entero nos tocó traducir con don Antonio.


VALORACIÓN DEL PROFESOR: En mi opinión, muy intensa durante tres años pero ya lejana en el tiempo, don Antonio Magariños fue un profesor serio, humilde, valiente trabajador, romántico y capaz de hacer frases que algunos subrayábamos con un ¡toma ya!


Serio, (ma non troppo). Yo diría que aparentaba revestirse de seriedad ante alumnos que en cualquier momento se le podían insolentar; pero lo que había de teatro en esta postura sólo él lo supo. Su seriedad sin embargo es absoluta en la devolución diaria de los ejercicios de la clase anterior, con rectificaciones a bolígrafo rojo. ¡Cuántas correcciones del “que tu” en las oraciones de infinitivo con sujeto en acusativo, (“que tus asechanzas”, patere tua consilia, Catilina, non sentis?), de ablativos absolutos, de ut, de ne, del et (sí, sí, en Timeo Danaos et dona ferentes: a pesar de que, incluso, y más todavía, si traen ofrendas). Era serio pidiéndonos que primero buscáramos el verbo que nos exigía un sujeto singular o plural y después los complementos. Sin saberse muy bien las declinaciones y las conjugaciones cualquier vuelo de la imaginación al traducir te podía llevar a un serio desastre. Por eso era bueno Cuevas que había estado en el seminario de Toledo y por eso sabía muy bien él mismo que sus cimientos de buen latinista estaban en los seis años que pasó en el Seminario Conciliar de Madrid, difíciles de conseguir en el Instituto, además de sus años en Salamanca con Unamuno ya de profesor. Puede que su seriedad fuera fruto del desencanto de unas ideas que la política no acertó a plasmar en la sociedad. ¡Toma, ya!


Humilde. Aunque todos sabíamos que había conseguido ser catedrático de latín en las oposiciones en que el autor del diccionario SPES sacó el número dos, nadie supimos por entonces que en 1935 con 28 años era el catedrático de latín del Instituto Escuela de Madrid en donde además de la evaluación continua tenían a gala ser pioneros en la incorporación de los alumnos en el proceso de aprendizaje. Es decir que don Antonio estuvo allí pegadito a los genios Severo Ochoa, Buñuel, Dalí, Lorca y otros de la Residencia de Estudiantes. Y mientras se sabía que el padre Mindán era del pueblo de Buñuel yo no recuerdo que don Antonio hiciera mención de tan ventajosa proximidad. Luego la guerra pasó y él siguió donde había estado, ahora convertido en Ramiro de Maeztu. Puede que su humildad le convirtiera en el eslabón que unió las dos instituciones. Aunque como él decía su misión nunca tuvo rasgos que reclamaran perpetuidad. Humildad que yo me atrevo a ver en el ejemplo de Me caecum qui haec non viderim : (Ciego de mí que no lo vi antes, que el baloncesto era la solución). Humildad al decir: Sé que hablo mal pero siento lo que digo al leer lo que he escrito. Humildad al recoger con naturalidad los papeles en campos y pasillos.


Valiente, En un mundo de tantos sabios acerca del mundo clásico había que ser valiente para empezar su principal libro diciendo: Para comprender de una manera “exacta” la crisis que dio origen al siglo de oro de Roma…Pero sobre todo había que ser valiente para aceptar y mantener durante tantos años la jefatura de estudios del Ramiro. Era valiente a la vez que humilde para retirar una sanción que se viera injusta sin importarle que quizás se viera menoscabada su autoridad. Valiente al escoger ejemplos como Bonos viros sequar, etiamsi ruent, Seguiré a los buenos aunque se hundan. La verdad aunque la diga el porquero de Agamenón.


Trabajador: Menos los tres meses que estuvo de baja por prescripción facultativa y fue sustituido por el Sr Brañas, don Antonio asistió puntualmente a sus clases. Lo primero que hacía era repartir los ejercicios que traía corregidos. Como nunca fuimos más de veinte alumnos por clase, todos, desde nuestro pupitre teníamos que leer nuestra propia traducción de Tito Livio. Cesar, Cicerón... Y para que nadie se aprovechara de la buena traducción de los que mejor lo hacían, normalmente iba de menos a más. No teníamos exámenes finales y seguíamos el método de la evaluación continua como en el Instituto Escuela (nombre de una institución educativa española fundada en Madrid en 1918, como un experimento educativo para extender a la enseñanza secundaria oficial los principios pedagógicos fundamentales de la Institución Libre de Enseñanza y de la pedagogía europea más avanzada de su época. Fue uno de los más importantes organismos creados por la Junta para Ampliación de Estudios, junto a la Residencia de Estudiantes, el Centro de Estudios Históricos y el Instituto Nacional de Ciencias Físico-Naturales). Josechu Vicente Mazariegos venía del Colegio Estudio que no era exactamente lo mismo aunque también seguía la filosofía de la Institución libre de enseñanza, creado 22 años más tarde, en 1940, por Jimena Menéndez Pidal. Don Antonio fue un educador, (de e-ducere guiar a partir de) que te guiaba con criterio primero y ejemplo después como dijo Joaquín María de la Infiesta.


Romántico: Don Antonio Magariños es un romántico pensando con Plutarco que la mejor inversión es dar prioridad a la buena formación para influir beneficiosamente en la sociedad. Y ello le lleva a dedicacarse en cuerpo y alma al Ramiro y a la creación del Nocturno Pero donde su romanticismo toca cielo es en la visión, que él percibe como educadora, del baloncesto y en su dedicación entusiasta al Estudiantes como todos reconocen. . Ahora el polideportivo Magariños lleva su nombre, lógico porque todos los hijos llevan el nombre de su padre. Veranea en Cobeña de donde procede doña Pilar, hermana de la mujer de su hermano Carlos. Su romanticismo puede rozar el más puro realismo en ejemplos como Provide ne quid ei desit Cuida que no le falte nada o Sed num fumus est haec mulier quam amplexare? Pero acaso es humo esta mujer a quien abrazas? (Se espera respuesta negativa).


Capaz de hacer frases “¡Toma ya!” como algunos alumnos atrevidos, tras subrayarlas, poníamos en los márgenes de Orígenes de la idea de Roma. Verbigracia: “y si alguno creyera que tengo que retirar la Sinopsis en medio de las angustias presentes, no es gran dolor la ruina de una esperanza descabellada.” ¡Toma ya! O “Hay momentos en la vida de un pueblo como en la vida de un hombre en que es más interesante urgir la ilusión de vivir que descubrirle la inevitabilidad de la muerte”. ¡Toma ya!. O “no en todas las edades se puede adquirir el pesimismo heroico necesario para continuar viviendo activamente”. ¡Toma ya! O “es quizá esta la primera insinuación de una creencia que fortificada más tarde por el sano fanatismo de sus ciudadanos, que creen ya en la Roma eterna, les dará fuerza para no inundar de desaliento la zozobra de la madre patria. Toma ya”. ¡Torero!,¡ torero!.


SUS FINALES DE CLASE. Los finales de clase de Don Antonio quizá fueran lo más enjundioso de su enseñanza. Después de haber traducido religiosamente el trozo de cada día, nos iba colando su compacto Desarrollo de la idea de Roma y las enseñanzas prácticas que el mundo moderno podía aprender del mundo clásico; eso si, paucis, en pequeñas dosis.


Era fácil entender la romanización cuando el emperador para consolidar la acción militar ofrecía las tierras conquistadas a los veteranos. Unos veteranos que después de los años de lucha, renunciando a sus sueños de retirarse a la Campania, al casarse con las nativas de las tierras conquistadas, cada una con su habla, daban descendientes con lenguas romances.


Frecuentemente don Antonio nos hace paralelismos comparando las clásicas Grecia-Roma con los modernos Reino Unido-USA. Helade-Commonwealth, Imperio romano-imperio americano. ¿Acaso las palabras de Cicerón sobre el complejo de inferioridad de Roma ante la culta Grecia no se repiten ahora entre UK y la potente USA? Grecia les aventaja en artes, ciencia y literatura, pero Roma es superior en instituciones políticas, firmeza, valor militar, honradez y lealtad.


Compara a la joven Roma, liberada del yugo cartaginés, con la Norteamérica, que ya se siente potente después de las dos guerras, buscando ambas el alma de su pueblo. Roma con Catón la busca en unos campesinos que tienen que huir a las ciudades como plebe a la que nutren con comedias, contentan con panem et circenses y las águilas del SPQR; Norteamérica por su parte busca el alma de su joven pueblo con las armas moldeadoras de Hollywood en películas del oeste y de la segunda guerra mundial intentando que los norteamericanos se sientan orgullosos de su historia.


¿Acaso no se repite la historia cuando el epicúreo aristócrata Sila pasa los últimos días de su vida en su finca de Puzzoli en la Campania gozando de lo permitido y no permitido lo mismo que hará Jefferson en Monticello que después de ser artífice de la carta de Independencia americana se aprovecha de los esclavos para cultivar las muchas hectáreas de su casa de Monticello?


Roma siente complejo ante la arrolladora sugestión de lo griego. Nos contaba sobre la ignorancia romana al traerse un reloj de sol de la Grecia conquistada más meridional que no daba las horas correctamente en el foro de Roma.


Con pequeños ejemplo nos iba poniendo las bases de la gramática. Y así para explicar el determinado: Oiga, se le ha caído una peseta. No, no, la peseta; la que tengo para comprarme dos cafés; de la filosofía: “No era el placer sensible sino el duradero bienestar del alma, semejante a la calma del mar, lo que Epicuro predicaba”. “Para el estoico la voz de Dios habla en su corazón”; de la literatura: Roma tiene complejo de inferioridad frente a Grecia que mira con despectiva condescendencia los esfuerzos de su joven seguidora. Ante tanta filosofía griega protesta el romano Philosophari est mihi necesse, paucis (en pequeñas dosis). En el pensamiento griego los romanos ven más diversión que formación; y de la historia clásica:.con la muerte de Aníbal y la destrucción de Cartago Roma se siente libre y después dominadora. Pienso que es suficiente.


Y quiero terminar. El Instituto, el Internado, El Nocturno, el Estudiantes y su familia han sido los cinco pilares de su vida. El año 61 dejé de tenerle a usted como profesor. En estos 55 años que han transcurrido desde entonces, aunque nadie lo haya sabido, me he acordado de usted, don Antonio, muchas veces y debatiéndome, como usted decía de Cicerón, entre quien quise ser y no fui, entre lo que debí ser y no supe ser, a pesar de que no hiciera suficiente uso de aquella tarjeta vertical y dorada con su firma para poder entrar a la biblioteca del Consejo, puedo asegurarle que el esfuerzo que usted hizo conmigo no fue del todo baldío.


Termino recordando el piropo más bonito que he recibido en mi vida. No fue enseñando latín sino inglés, pero con las bases que usted me dio, me lo echó el gran Mingote: Si ha enseñado inglés a 15.000 estudiantes, ha hecho más por el progreso de España que yo con mis monigotes. (Véase primer aniversario del fallecimiento de Mingote).


Nosotros seguimos viviendo, don Antonio. En un contexto totalmente amateur ofrezco gustosamente a quienes les pudieran interesar los guiones de videos sobre el mundo clásico que me atreví a dedicarle a usted y artículos de prensa donde le cito: el Palatino, York, Chester Chedworth Roman Villa, Colonia, Nuremberg, Túnez, Mérida, Ampurias, Carranque, Conímbriga, el Coliseo, El Djem, El Bardo; artículos publicados en Horadada Información, periódico de Alicante: Thiar, Miróbriga, Tres maestros, El caballo de Troya, Recuerdos de alumnos que recibimos clase con don Antonio…


Mi hijo Ignacio, que se ha hecho ciudadano suizo y vive en Friburgo, cada vez que vamos a verle nos prepara visitas a parajes romanos como Augusta Raurica con el tesoro de plata o Avenches con su perfecto anfiteatro.


“Los que siembran entre lágrimas cantando van al segar” escogieron en el recordatorio del 4 de abril de 1966 junto a una imagen de la Virgen de la capilla del Ramiro. Descanse en paz este hombre integer vitae, grato por su perfume de santidad, como dejó escrito don Luis Ortiz.


Muchas gracias, don Antonio.

Abril 2016

09 mayo 2016

ACTO 50º ANIVERSARIO FALLECIMIENTO DON ANTONIO MAGARIÑOS

Por medio de esta publicación, recordamos a todos los ex alumnos del Instituto Ramiro de Maeztu que están invitados por la Dirección del Instituto a asistir a este acto. Para vuestro conocimiento de todos los detalles os publicamos a continuación una copia de la invitación.




08 mayo 2016

SEMBLANZA DE DON ANTONIO

...por Álvaro Martínez Novillo




Si no supiéramos determinados detalles de su biografía, e intuyéramos otros más profundos de su personalidad, resultaría paradójico que una persona con un perfil académico tan universitario como don Antonio Magariños, decidiese consagrar su laboriosa vida a los alumnos de bachillerato, cuando él, apenas cumplidos los veintitrés años, ya había accedido a una plaza de profesor ayudante de don Miguel de Unamuno en la Universidad de Salamanca.

No es un misterio que don Antonio había decidido consagrar su vida para evitar que se repitieran los terribles hechos que condicionaron la vida de los españoles de su generación. Estaba firmemente convencido que era en la enseñanza media donde mejor se podían educar los jóvenes espíritus en los valores humanos. Y no sólo a los jóvenes, porque no se puede entender su entrega total al instituto sin pensar en el nocturno pensado para trabajadores que buscaban en el estudio una vida mejor.

A punto de abandonar ya el Ramiro, Magariños nos explicó, con cierta viveza, a los de “letras”, cómo Virgilio retrataba sin falso heroísmo a quienes habían participado en el dilatado asedio de Troya: “Fracti belli fatisque repulsi tot iam labentibus annis” –“Cansados de la guerra y rechazados por los hados, después de transcurridos tantos años”-, porque  Antonio había conocido aquello que el poeta narraba.

Cuentan que Unamuno recordaba a sus alumnos que la palabra “disciplina” procedía de la latina “discipulina”, explicándoles que la disciplina no era algo que acabase en sí misma, sino que era un medio necesario para poder atender al maestro y así alcanzar el conocimiento que les brindaba. En este sentido debemos interpretar el continuado esfuerzo de Magariños en inculcarnos un sentido de responsabilidad.


Pero no fue sólo su figura la que nos influyó, sino también la de sus hijos, nuestros compañeros y amigos, cuyo recuerdo no consigue borrar el tiempo.

Don Antonio con su hijo Jesús en brazos